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Vértices de la historia

Para que México entrara a la modernidad hubo que forzar el cambio democrático. A veces con soluciones tan chabacanas como el Mediato en Guanajuato.

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Escrito en GUANAJUATO el

Parece que los demonios que creíamos ausentes volvieron con mayor fuerza que nunca.  Durante años la sociedad mexicana luchó por instituciones fuertes y creíbles. Y por qué la voluntad de un solo partido o peor aún de un solo hombre no fuere la que definiera el rumbo de nuestras vidas. Cuando el jefe de las instituciones atinaba con buen juicio el rumbo, la economía crecía y la inversión permitía empleo y prosperidad. En el desarrollo estabilizador México creció al siete por ciento. Con variables muy gratas que permitieron al peso mexicano ser reserva internacional.

Sin embargo la variable democrática seguía siendo el pendiente. En el mundo no dejaban de vernos como herederos de una revolución que no permitía competencia. Quieren el poder?!!! Hagan su revolución dijo don Fidel un día.

Para que México entrara a la modernidad hubo que forzar el cambio democrático. A veces con soluciones tan chabacanas como el Medinato en Guanajuato.

Pero en los últimos años del siglo pasado y los primeros quince de este, México fue reconocido como una economía emergente muy exitosa. Por el mundo todos querían un tratado con nosotros. Inclusive con la Unión Europea las cláusulas Democrática y de respeto a los derechos humanos se generaron con el convencimiento mutuo de que así debía de ser.

En ese riel estábamos cuando emerge un Gobierno de izquierda, lo que sería la prueba para que las políticas ad Hoc vitalizaran el mercado interno que con 130 millones de habitantes con poder de compra nos colocarían entre los primeros del orbe.

No nos imaginamos que el derrotero del Gobierno sería la satanización de las clases medias o de quienes pensando distinto serían unos neoliberales infames y perse corruptos.  Las instituciones entraron en duda y la polarización rampante se hizo presente y con ella el resurgimiento de posturas antagónicas que nos recordaría la guerra cristera o el México en la libertad que impulsaron los empresarios para defenderse de políticas públicas que consideraron leoninas para el desarrollo.

Hoy nos encaminamos a una sociedad partida en dos.  Los que justamente piensan que la sociedad les debe y la otra que también justamente piensa que para repartir dinero primero hay que generarlo.

Estamos también los que pensamos que el apego a la legalidad es el único camino para encontrar paz y desarrollo.

KD