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La disputa por el tiempo en la 4T

Una de las claves de comprensión para serenar el intelecto está en decodificar en toda su profundidad el significado del término cambio de régimen

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Escrito en GUANAJUATO el

El 25 de junio del 2017 firmé en el jardín central de León, Guanajuato, el Acuerdo de unidad nacional de mujeres y hombres para luchar juntos y lograr por la vía pacífica y legal, un cambio de régimen en México

Junto con un grupo de personas de la entidad que no militamos en el partido, pero si en el movimiento Morena, nos comprometimos a colaborar para la consecución de este objetivo frente a miles de personas y en presencia del entonces candidato a la Presidencia, Andrés Manuel López Obrador. Lo nombro como movimiento, aunque se podría ampliar la discusión al respecto pues Zibechi lo denominaría sociedades en movimiento.

Desde ese día mucha agua ha pasado bajo el puente. Aciertos palpables, campañas mediáticas en donde se le sube el volumen a los errores colocándolos en el escenario del fracaso esperado; voces de todo tipo, algunas con un sano espíritu crítico, pronunciamientos documentados de periodistas, académicos y académicas asentados en paradigmas de desarrollo neoliberales,  otras que sustentan sus afirmaciones en una mala cabeza de nota, otras más impregnadas de un análisis que posee como punto de partida al capitalismo como el único sistema realmente democrático.  En esta jungla analítica se extrañan los intercambios fundamentados, aquellos que buscan dialogar y no ganar la discusión.

Varios de las y los que suscribimos el Acuerdo se han bajado del tren. Desesperación, ingenuidad cortoplacista, realismo crítico, otros intereses políticos les surgieron en el camino, en fin, cada quien sabrá por qué lo hizo. De mi parte, sigo considerando muy valioso el proyecto de la 4T porque entendí que quien espera una mejora fast track de cualquier estructura social compleja no comprendió lo que firmamos ese día frente a miles de compañeros y compañeras que desde hace varias décadas queremos provocar hondas cuarteaduras en ese muro sólido que se llama neoliberalismo patriarcal y colonial.

Una de las claves de comprensión para serenar el intelecto está en decodificar en toda su profundidad el significado del término cambio de régimen, un concepto muy trabajado en la academia y que se encuentra en el centro del documento signado.

Régimen de bienestar para Sping-Andersen es “la forma conjunta e interdependiente en que se produce y distribuye el bienestar por parte del Estado, el mercado y la familia”. Bobbio hace referencia al régimen político como “conjunto de instituciones que regulan la lucha por el poder y de los valores que animan la vida de tales instituciones”. Zurn dice que un régimen es una forma de vida, una forma de orden o gobierno, “un conjunto institucionalizado de principios, normas y reglas que regula la forma en que los actores se relacionan en un contexto dado de acción”. Cambiar un régimen tiene implicaciones muy profundas.

Lo que interesa destacar en este artículo es el reconocimiento de estos autores y otros más, de las implicaciones históricas cuando se habla de un cambio de régimen, pues tales definiciones sólo se entienden en los escritos académicos dentro un largo contexto histórico que les dan sentido y explican los factores estructurales que impiden las vías rápidas para modificar el ancien régime.  Existen múltiples ejemplos en la historia moderna de la complejidad de los cambios sistémicos: Mandela en Sudáfrica, Lula en Brasil, Evo Morales en Bolivia, incluso Chile no ha salido de las perniciosas herencias del pinochetismo, después de 47 años.

La mía no es una oda a la absolutización romántica del futuro que omita la necesidad de tener señales claras de este cambio de régimen en el presente, pues, como dice el clásico, en el largo plazo todas y todos estaremos muertos. Tampoco es una justificación de los errores del actual gobierno, que los tiene. Se trata de comprender las implicaciones del cambio de un régimen pues se trabajan bajo condiciones heredades; del tamaño de la inercia le corresponde la cantidad de fuerza que se requiere para cambiar el destino de los fenómenos sociales.

Quienes nos dedicamos a la investigación académica, sabemos que justificar un proyecto significa documentar claramente la necesidad de explicar por qué se adopta un enfoque analítico en el abordaje de los problemas sociales. De eso se trata cuando propongo ubicar la discusión en un horizonte donde confluyan adecuadamente pasado, presente y futuro, pues de otro modo nos pasará lo que narra Silvio Rodríguez en su canción de los tres hermanos: perderemos el rumbo si sólo miramos la piedra en el camino, pero también, y en esto estoy claro, no llegaremos a la meta si no salvamos los obstáculos