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OPINIÓN

Vox, el PAN y los extremos

Falta ver si la dirigencia del PAN se arma de valor. | Jorge Ramos Pérez

Escrito en OPINIÓN el

Julen Rementería del Puerto metió al PAN en una crisis política de enormes proporciones al reunirse, acompañado de legisladoras y legisladores y hasta un sacerdote católico, con el dirigente de Vox, un partido de ultraderecha en España, que allá mismo es señalado por sus fobias enfermizas.

Varios integrantes de la bancada del PAN en el Senado urgieron al presidente del partido, Marko Cortés Mendoza, que retire de la coordinación en el Senado a Rementería del Puerto por su inclinación con Vox.

Para colmo, Rementería no convocó ni le aviso a todos los integrantes del grupo parlamentario, quizá a sabiendas que lo iban a mandar lejos con su genial idea.

Senadores dijeron que se enteraron de la reunión de su coordinador con Santiago Abascal, líder de Vox, mientras otros legisladores, como Damián Zepeda, arrastraban el lápiz y negociaban la nueva pregunta para la ley de Revocación de Mandato.

Varios panistas y expanistas hicieron público su rechazo a la reunión y la firma de la “Carta de Madrid”, para formar una alianza “contra el comunismo” en México y en España.

Por supuesto, los seguidores del régimen de la autodenominada 4T criticaron, con razones, el despropósito de Rementería, quien por un poco de pudor debiera renunciar a la coordinación parlamentaria del PAN o, en su caso, ser destituido por el presidente del partido, Marko Cortés.

Fernando M. González, académico del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, es de los que mejor conoce la historia detrás de los grupos más radicales en México y su vinculación con organizaciones de derecha, muchas de ellas extremistas, y con ramificaciones al catolicismo.

Ha documentado cómo los llamados Tecos (1933 o 1934) y El Yunque (1953)— en su origen y primera etapa de desarrollo estuvieron ligados a algunos sacerdotes de la Compañía de Jesús, así como a alumnos y exalumnos de sus escuelas en Guadalajara y Puebla.

El padre Manuel Figueroa Luna —un jesuita de Guadalajara— es considerado como el fundador de El Yunque en Puebla, de acuerdo con un texto del propio Fernando M. González.

Al mismo tiempo, el experto de la UNAM confirmó en sus investigaciones que han sido publicadas en libros y artículos periodísticos que la Liga Comunista 23 de Septiembre (marzo de 1973), tuvo en algunos de sus líderes nexos y relación con miembros de la Compañía de Jesús.

Según González, dos jesuitas  acompañaron a la Liga Comunista 23 de Septiembre en la lucha armada, aunque parcialmente porque la Liga se integró por elementos de distintas tradiciones y militancias no ligadas al catolicismo.

González escribió: 

“Se invistieron de una misión purificatoria del mundo al que pretendían descontaminar o transformar. Los considerados como de derecha —según la época— intentaron librar al mundo de una serie de conspiraciones —o, cuando menos, de mantenerlas bajo control—, muchas veces vistas como articuladas, otras como una sola que —según caso y época— era comandada por el protestantismo, la masonería, el comunismo o el judaísmo internacional.

Por su parte, la purificación que provenía de la izquierda intentaba liberar a la sociedad del capitalismo y sus flagrantes injusticias e inequidades para “transformar radicalmente la estructura social política y económica”.

Y agrega: 

El Yunque y Los Tecos al estar más inclinados hacia una lucha casi apocalíptica, con tendencias transhistóricas ante un tipo de mal encarnado infatigablemente en las diferentes ‘conspiraciones’, se acercaban más al Mito de Sísifo y a la representación del ‘monstruo de mil cabezas’. Los segundos, abanderados de la lucha contra la injusticia, más optimistas, apuntaban hacia una utopía de la transformación radical de la sociedad y a la instauración del ‘hombre nuevo’. En síntesis, ambos tipos de grupos compartieron el síndrome de considerarse una especie de detergentes sociales mezclado —según el caso— con la ‘sosa cáustica”’política o paramilitar”.

Los Yunquistas eran una sociedad secreta. De hecho, en la actualidad prevalecen en vastas regiones del país, militan particularmente en el PAN, mientras que los de la Liga Comunista 23 de Septiembre eran de corte más militar y, con la Guerra sucia de los 70, fueron diezmados a balazos por el gobierno o se incorporaron a la vida política.

Al inicio del sexenio de Vicente Fox se intentó, vía la Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado, encabezada por el jurista Ignacio Carrillo Prieto, esclarecer esas matanzas de la Guerra Sucia. Fracasó cuando su alianza con poderosos grupos del PRI amenazaban la viabilidad de su gobierno.

Hoy López Obrador ha anunciado la creación de una comisión para esclarecer los asesinatos de la Guerra Sucia de los años 70. Se avizora un fracaso como el de Fox.

Polvos de aquellos lodos son los que ahora empañan la cristalería. Por eso no sorprende que un senador como Julen Rementería arme reuniones con grupos extremistas. Ahí han estado desde hace casi un siglo.

El repudio ha sido estentóreo. Falta ver si la dirigencia del PAN se arma de valor o se doblega ante esos poderosos y secretos grupos cuyas sombras se agigantan por lo chaparrito de los liderazgos en la oposición.

Punto y aparte. Las grietas en el grupo político gobernante son cada vez más evidentes. Saquen las palomitas porque la sucesión presidencial cabalga a todo galope sobre tres posibles.

Punto final. Un prominente panista preguntó en la mesa: “¿Tenemos líderes en la oposición?”. Y se hizo el silencio.