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Una reforma (más) para el control autoritario

Un monopolio para controlar políticamente a la ciudadanía y a la industria. | Ivonne Ortega

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Escrito en OPINIÓN el

Convertida casi en una obsesión personal, la reforma eléctrica propuesta por el presidente Andrés Manuel López Obrador busca colarse al entramado institucional mexicano desde el Poder Legislativo, pero también desde la Corte.

Y es que la ministra Loretta Ortiz, antigua legisladora del PT y opositora a la reforma de 2013, ha planteado reconocer constitucionalmente la llamada “Ley Bartlett”, que fuera el inicio del pleito y que plantea la centralización total del tema eléctrico en la CFE.

Pero en la iniciativa recibida el año pasado en la Cámara de Diputados, el Ejecutivo Federal va más allá: propone eliminar los órganos reguladores y asignarlos bajo el mando de la Secretaría de Energía (Comisión Reguladora de Energía y Comisión Nacional de Hidrocarburos) y la propia CFE (Centro Nacional de Control de Energía).

Se daría, pues, manga ancha al gobierno central, pero sobre todo a la CFE para disponer sobre el sector eléctrico sin ningún tipo de regulación, sin vigilancia ni contrapesos. El paraíso del autoritarismo.

A la par, la propuesta del presidente López Obrador borra de un plumazo todos los contratos de compraventa de electricidad con el sector privado, así como todas las solicitudes pendientes de dictaminar. Adiós competencia.

¿Y qué pasa cuando no hay competencia?

El monopolio estatal, el mismo que no se da abasto para surtir de energía a todo el país y nos hace sufrir constantes apagones (es decir, cortes programados del servicio), pues aumentará su tarea. Los precios y políticas de abasto las definirá el director de CFE de acuerdo a… su muy personal arbitrio.

Pero quizá lo más preocupante del planteamiento del presidente López Obrador es su afán por aumentar el volumen de energía “sucia”, generada con base en combustibles contaminantes como el combustóleo y el carbón.

El primero es un subproducto de Pemex que ya no saben dónde poner porque a nivel internacional no tiene salida, pues enfrenta numerosas prohibiciones por contaminante. El segundo, se sabe que es un jugoso negocio en adjudicaciones directas a amigos cuatroteros.

Por si fuera poco, las metas de energías limpias trazadas en la Ley de Transición Energética (2015), en concordancia con instrumentos internacionales, también se diluyen al otorgarle a la CFE la atribución de establecer el ritmo y modos de esa transición.

De postre, eliminan los Certificados de Energías Limpias.

Un monopolio para controlar políticamente a la ciudadanía y a la industria, que además privilegia las energías sucias altamente contaminantes. Y caras. Ese es el producto que el régimen, desde la ponencia de la Ministra Ortiz y las acciones de Morena y sus aliados en el Congreso, quiere imponerle al pueblo mexicano.

¿Dará energía limpia y barata para la ciudadanía? No. Lo que busca el presidente López Obrador y su régimen con su planteamiento es control político. Y subirle varias rayitas más a su talante autoritario. Por eso le haremos frente y no lo dejaremos pasar.