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Revocación de mandato

La revocación de mandato es una figura creada para empoderar al ciudadano y darle las herramientas para que pueda destituir a un funcionario. | Marco Adame

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Escrito en OPINIÓN el

En la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, el bloque opositor contuvo en dos ocasiones la obsesión de Morena y aliados de realizar un periodo extraordinario para aprobar la Ley Federal de Revocación de Mandato. La obstinación de MORENA sólo fue explicable por la inusitada presión ejercida desde Palacio Nacional; en uno de los episodios de mayor voluntarismo presidencial. 

La discusión no se centró en la oposición a esta figura de participación ciudadana. De hecho, todos los partidos se manifestaron a favor y el Partido Acción Nacional, recordó que ésta es parte de la larga lucha por la democracia en nuestro país. 

La controversia radicó en la pretensión de distorsionar esta figura para usarla como un instrumento de propaganda presidencial y por la necedad de legislar al “vapor” un tema de tal trascendencia. Tan mal es no legislar los vacíos como hacerlo de manera precipitada y con desaseo legislativo.

La revocación de mandato es una figura creada para empoderar al ciudadano y darle las herramientas para que pueda destituir a un funcionario tras haber perdido la confianza por su mal desempeño. Pero la redacción pretendida por Morena lejos de hablar de destitución habla de continuidad del presidente desvirtuando totalmente su sentido.

Quizá esta redacción se deba al fracaso de Morena en la consulta para juzgar a los ex gobernantes. Un ejercicio en el que sólo consiguieron la participación de menos del 8%. Cualquiera que sea el motivo el bloque opositor evitó que este ejercicio democrático se convirtiera en una más de las consultas a modo del gobierno; baste con recordar las realizadas para justificar la cancelación del aeropuerto o la cervecera en Mexicali. 

En este sentido, los partidos de oposición insistieron en que un tema de tal trascendencia no podía legislarse “sobre las rodillas”.  La revocación se podía discutir en la próxima legislatura dado que el plazo para hacer cambios vence el 4 de octubre. Y se requieren consensos para lograr un marco legal que garantice la estabilidad y la gobernabilidad del país en el caso de que el presidente tuviera que dejar el cargo. 

En Inglaterra ya cometieron ese error al realizar la consulta del Brexit sin tener claro lo que sucedería en caso de que ganara la separación. Después de la consulta todo fue caos, con graves consecuencias económicas y sociales. 

En la legislación secundaria faltan temas importantes por definir como son presupuestos; procesos y medios de impugnación; y normar el caso de que en el Colegio Electoral deban repetirse votaciones o celebrarse más de una jornada de votación. 

Pero lo más preocupante de todo es que la promoción personal sea la prioridad del presidente y no los asuntos más apremiantes de la sociedad como son las medicinas, los empleos, las vacunas o la inseguridad. 

El extraordinario debería de convocarse para resolver el gravísimo problema del desabasto de medicinas provocado por el gobierno. Hoy más de la mitad de los niños que nacieron en este periodo no cuentan con su esquema completo de vacunación y los padres de los niños con cáncer siguen pugnando por que sus hijos cuenten con los medicamentos.

También urge atender la crisis causada por el covid-19. En los últimos días se han roto en dos ocasiones la cifra récord de casos confirmados; llegando ya a casi 29 mil casos. Y superamos las 251 mil muertes según las cifras oficiales. 

Asimismo, es apremiante atender la pobreza que durante el gobierno de López Obrador ha aumentado un 7.3% y la pobreza extrema 24%. Lo que representa más de 3.8 millones de personas que se sumaron a las filas de la pobreza y 2.1 millones de personas que pasaron a la pobreza extrema. 

Y se requiere replantear la estrategia de seguridad por los malos resultados hasta ahora obtenidos. Según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en los primeros 31 meses del gobierno del presidente López Obrador han sido asesinadas más de 90 mil personas; incluyendo a las víctimas de feminicidio. 

Es alarmante que el empeño del presidente y de su partido no esté centrado en las necesidades reales de la población sino en subir su popularidad. Han pasado ya tres años desde que tomó posesión como presidente. Es tiempo de gobernar, no de campañas políticas.