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¿Reglamento disparejo?

Por: José Antonio Sosa Plata.

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Escrito en OPINIÓN el

La #CDMX cuenta ya con un nuevo Reglamento de Tránsito. Aunque las disposiciones y sanciones que establece han causado descontento en algunos grupos de la sociedad, no se puede pasar por alto que se trata de un paso importante en la ruta hacia un auténtico Estado de derecho.

 

El #ReglamentoDeTránsito tiene un gran potencial.

 

Por un lado, porque puede contribuir a reducir el número de accidentes, cuya tendencia ha crecido de manera preocupante en los últimos años. Por el otro, porque debería crear una mayor conciencia ciudadana sobre el significado profundo que tiene el respeto a la ley.

 

Sin embargo, las perspectivas no son alentadoras.

 

Si bien las autoridades han subrayado que el mayor número de accidentes son producidos por el exceso de velocidad, conducir en estado de ebriedad o al utilizar dispositivos como el celular mientras se maneja, está claro que se olvida de hacer una autocrítica.

 

¿Qué pasa con la mala señalización o la falta de ella?

 

¿En qué medida los baches, topes innecesarios, semáforos descompuestos, el cierre de carriles o vialidades por obras o la realización de mantenimiento en las vialidades durante horas inapropiadas afectan, por ejemplo, la movilidad y son causa también de accidentes?

 

¿Y las sanciones a los agentes corruptos?

 

¿Habrá sanciones más severas para los operadores de grúas, o para quienes ponen los candados en las áreas de estacionamiento controlado o a las personas que manejan los corralones en forma ilegal o impune?

 

La responsabilidad no es solo de la ciudadanía.

 

Las políticas públicas —junto con los intereses políticos o económicos que han favorecido el crecimiento del parque vehicular y evitado el desarrollo de un transporte público eficiente— son parte sustantiva del problema que hoy enfrenta la ciudad.

 

Para avanzar se necesita un planteamiento integral.

 

Es lo que está tratando de impulsar, con su proyecto de movilidad, el gobierno de Miguel Ángel Mancera, pero los resultados esperados no se verán en los próximos tres años a menos que dé un auténtico golpe de timón en el que la administración asuma en serio la parte que le corresponde.

 

Se trata de la imagen del gobierno capitalino.

 

Y también de un proyecto a futuro cuyos resultados se verán en las #Elecciones2018. Si las cosas salen bien con el nuevo reglamento, el Jefe de Gobierno tendrá un elemento que resultará favorable a sus aspiraciones presidenciales.

 

Si no, será materia prima para las campañas negativas.

 

Porque más allá de las variables políticas o partidistas, lo que no debe perderse de vista es la trascendencia social e histórica cuando se genera un cambio de cultura, en donde el apego a la legalidad es la premisa fundamental en la vida cotidiana de autoridades y ciudadanos.

 

Hasta ahora, la #CDMX no es el mejor ejemplo.

 

No lo es en materia de cultura vial o de respeto al peatón y al ciclista. Tampoco lo ha sido con el apego a la legalidad por parte de un número importante de motociclistas y ciclistas. Y mucho menos en lo que respecta al comportamiento y actitudes de muchos dueños y operadores del transporte público.

 

El cambio y las nuevas reglas eran necesarias.

 

El gobierno de Miguel Ángel Mancera dio un paso valioso e importante, pero resulta insuficiente si no actúa en todos los frentes que tiene el problema. Si cumple con los objetivos propuestos en su política de movilidad, obtendrá un impacto positivo en la productividad, salud pública, medio ambiente y apego a la legalidad. Sería una expresión valiosa de lo que se puede lograr cuando existe voluntad política.

 

Lo que se debe revisar es la #ComunicaciónPolítica.

 

Las acciones de difusión que han acompañado al nuevo reglamento han sido dispersas, insuficientes y poco efectivas. El trabajo que están realizando en medios tradicionales, comunicación digital (apps incluidas) y #RedesSociales podría generar efectos contraproducentes por el inadecuado manejo de tiempos, voceros, medios, instrumentos y argumentos.

 

Corregir a tiempo tendría un alto valor.

 

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