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¿Qué pasará con los derechos humanos en el mundo post pandemia?

En un escenario post pandemia, la garantía de derechos no puede estar ausente. | Norma Loeza*

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Escrito en OPINIÓN el

La pandemia provocada por la covid-19, ha dejado a su paso numerosos temas de análisis, mismos que sin duda, no terminarán con el descenso en el número de contagios y fallecimientos.

Es seguro que seguiremos tratando de entender qué le pasó al mundo en los pasados 18 meses y, sobre todo, que opciones tenemos para continuar y salir del bache. Una de esas reflexiones tiene que ver con la recuperación económica y el acceso a una mejor calidad de vida para la gran mayoría de las personas, que ya resienten los estragos de esta crisis mundial, para la cual no existen precedentes en nuestra historia contemporánea.

Sin embargo, es oportuno recordar que producto de otra grave crisis en la historia de la humanidad, se inició una profunda reflexión colectiva a nivel mundial que dio como resultado la Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada en 1948 al término de la Segunda Guerra Mundial. 

Aquel momento puso de relieve la necesidad de que existiera un referente universal reconocido por todos los estados del mundo, de lo que significa la igualdad, la no discriminación y el respeto a la dignidad de las personas.

A partir de entonces, el tema de los derechos humanos ha estado presente en numerosas discusiones, teniendo incluso que reconstruirse y adaptarse a las nuevas realidades para ir ganando espacios sociales, políticos, económicos y culturales. 

La pandemia por covid-19 podría considerarse una de esas oportunidades para reconfigurar el sistema de derechos a nivel internacional, regional y local. Nunca para nuestras generaciones había sido tan evidente que los ejes rectores de la teoría y práctica de los derechos humanos son un elemento clave para superar situaciones como las que vivimos, donde el caos parece apoderarse de nuestra realidad cotidiana.

Si bien la crisis pareciera en un principio un asunto de salud pública –cuyo acceso también es un derecho humano– pronto se hizo evidente que la realidad y sus problemas exigen de miradas interdisciplinarias y del diseño de soluciones basadas en el principio de interdependencia, propio de la teoría misma de los derechos humanos.

Es claro que debido a la manera en que vivimos y afrontamos la pandemia, nos dimos cuenta de que un sistema de derechos segmentado –especialmente el de salud– sin conectividad entre instituciones, con atribuciones limitadas y sectorizadas, fue de muy poca ayuda en los momentos más críticos de la crisis actual. 

Ello nos dejó mirar de frente la desarticulación, lo poco que ayuda ir de “a poquito” sin progresividad y sin avances concretos y lo poco que se ha avanzado del discurso a los hechos. Por fin pudimos constatar que las reformas y los andamiajes jurídicos –algunos incluso considerados de avanzada– no corresponden a la manera en que se diseñan, implementan, ejecutan y evalúan las acciones orientadas a garantizar derechos.

La pregunta es entonces: ¿qué va a pasar después? Después de que hemos comprobado que nuestros derechos no han estado garantizados por tanto tiempo, ¿qué certeza tenemos de que eso cambiará en el futuro?

Sin ánimo de “futurear” la verdad es que el panorama exige de un diagnóstico objetivo que inicie por reconocer que no contábamos con las estructuras funcionales que pensábamos haber construido. Cualquier sistema institucional que no soporte la eventualidad, debió haber sido edificado con bases que no eran lo suficientemente sólidas. Si a eso le agregamos todo el tiempo en que no se le dio soporte y consistencia, es claro que en muchos sentidos es casi como volver a empezar de cero.

Por ello, es preciso no olvidar que una condición indispensable del enfoque basado en derechos humanos es la participación. Es momento de construir en conjunto, partiendo de nuestras visiones y necesidades. Por mucho tiempo nos dijeron que sabían cómo hacerlo sin tomarnos en cuenta. Esta es una oportunidad para revertir esa particular forma de exclusión, que como sabemos, no resultó efectiva en la hora de necesidad. 

También necesitamos datos, cifras, informes certeros. El acceso a la información es un derecho, pero además es indispensable para dar seguimiento y medir la dimensión de la crisis.

Finalmente, también es el momento de mostrar la importancia de la diversidad. La pandemia nos pegó a todos y todas, pero sus impactos dependieron de otras condiciones de exclusión, discriminación, que hoy sabemos, no sólo tienen que ver con el maltrato. Hoy nos consta que la desigualdad y la discriminación, son asuntos de vida o muerte.

Lo que sigue, pudiera ser incorporar las discusiones que sí tuvimos, y ponerlas en el centro de las soluciones. Hacer diagnósticos orientados a lograr que los derechos sean parte de la recuperación y la reconstrucción. En un escenario post pandemia, la garantía de derechos no puede estar ausente, y sí podría hacer la diferencia que nos permita de verdad, salir como una sociedad renovada después de esta dura prueba.

*Mtra. Norma Loeza

Educadora, socióloga, latinoamericanista y cinéfila.  Orgullosamente normalista y egresada de la Facultad de Ciencias Políticas Sociales de la UNAM. Obtuvo la Medalla Alfonso Caso al mérito universitario en el 2002. Fue becaria en el Instituto Mora. Ha colaborado en la sociedad civil como investigadora y activista, y en el gobierno de la Ciudad de México en temas de derechos humanos análisis de políticas y presupuestos públicos y no discriminación, actualmente es consultora. Escribe de cine, toma fotos y sigue esperando algo más aterrador que el Exorcista.