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Panorámica de la corrupción

“Tenemos que atacar los actos individuales de corrupción. Ese es el enfoque necesario. Ir tras esos individuos”, Peter Eigen. | Octavio Díaz García de León.

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Escrito en OPINIÓN el

La idea: Existe un clamor popular contra la corrupción derivado de los excesos del sexenio anterior y un gran interés por combatirla como se ha propuesto. Sin embargo, habría que moderar las expectativas ya que la corrupción continuará con nosotros por mucho tiempo y abatirla es una lucha de largo plazo.

El concepto de corrupción ha ido cambiando. Por ejemplo, en la Nueva España la venta de cargos era legal, aunque no faltaban quienes vieran en este sistema algo injusto ya que privilegiaba, no al que lo merecía, que en ese caso era haber nacido de cuna noble, sino al que pagaba más por un puesto. Hoy en día esa conducta se considera un acto de corrupción.

El problema de la corrupción en la actualidad se puede entender a partir del fenómeno que se da cuando los dueños de una empresa o los ciudadanos, delegan en administradores y gobernantes la conducción de un negocio o de un gobierno.

Los intereses de dueños y administradores son diferentes. Simplificando, los dueños querrán tener más ganancias y los administradores querrán ganar más dinero. Ambos objetivos se contraponen.

A este fenómeno se le ha estudiado como el problema Agente-Principal, cuando al existir intereses divergentes, el Principal tiene dificultades para supervisar al Agente o no tiene mecanismos suficientes para que este actúe en favor de los intereses del Principal. Para resolverlo se han desarrollado mecanismos de gobernanza.

En el sector público el reto es mayor. Los ciudadanos rara vez se ven como “dueños” de los recursos públicos a pesar de que ellos son los que los aportan con sus impuestos.

Esto se debe a las múltiples barreras que existen entre gobierno y ciudadanos, las cuales generan indiferencia y alejamiento por parte de estos últimos. Por ejemplo: dificultades para acceder y entender la información gubernamental, la complejidad del entramado jurídico en que opera el gobierno, la costumbre asistencialista que desincentiva la crítica al gobierno mientras este otorgue recursos, etc.

De esto se aprovechan los malos funcionarios gubernamentales quienes usan los recursos públicos como si estos fueran suyos.

Así, de la lejanía de los ciudadanos y el abuso de los malos funcionarios, surge la corrupción. Transparencia Internacional define a la corrupción como “El abuso del poder público confiado a una persona para obtener un beneficio personal”.

¿Qué tan grande es la corrupción? Existen diferentes formas de medir la corrupción: 1. Percepción (Transparencia Internacional): mediante encuestas se pregunta qué tanta corrupción perciben en base a una escala subjetiva. 2. Experiencias (INEGI): se pregunta a las personas si han sido víctimas de un acto de corrupción y cuanto han pagado por él. 3. Diferencias: en una obra, adquisición o proyecto se calcula cuánto hubiera costado ésta en base a parámetros de mercado y cuánto costó en realidad. Del sobreprecio pagado, se considera que una parte es por corrupción.

Ningún método es muy preciso ya que se trata de un fenómeno clandestino muy difícil de medir.

Se ha especulado sobre las causas de la corrupción. No se trata de un problema cultural. Se da principalmente por el deseo de enriquecimiento de los funcionarios corruptos. Puede ser sólo para completar la quincena en el caso de algún funcionario menor, o para hacer ricos a varias generaciones de descendientes, como en el caso de los ex gobernadores Duarte.

Por su parte, contribuyen a la corrupción los particulares que prefieren evitar una multa, agilizar un trámite u obtener un contrato. Principalmente se propicia por la impunidad y falta de controles adecuados.

En el sector público se aplican técnicas de gobernanza tales como leyes, normas, instituciones fiscalizadoras y controles internos. Estos mecanismos, en su mayoría, más bien dificultan la actuación de los servidores públicos y no han servido para abatir la corrupción.

También se han renombrado y creado instituciones con ese propósito: desde una Fiscalía Anticorrupción hasta un barroco y extenso Sistema Nacional Anticorrupción, las cuales no han incidido en abatir ni la impunidad ni la corrupción.

Quizá lo más eficaz sea crear una agencia anticorrupción con total autonomía que permita seguir la pista del dinero y detectar los vínculos entre funcionarios y particulares corruptos, para con esa información y pruebas, generar expedientes que permitan judicializar los casos.

La corrupción no va a desaparecer en el corto plazo porque ésta ya permea en grandes segmentos de la sociedad. Quizá hagan falta cuatro ingredientes fundamentales para combatirla: Un marco legal adecuado; una agencia independiente para combatir la corrupción que sea realmente eficaz; voluntad política para llegar hasta las últimas consecuencias sin importar de quien se trate; y una sociedad civil participativa y alerta que vigile, denuncie y presione a las autoridades.