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Odio, guerra y religión

Afganistán se cerrará cada día más al mundo y no tenemos ni idea de lo que pueda surgir de un auténtico estado fallido como ese. | Ulises Castellanos

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Escrito en OPINIÓN el

Mañana se cumplen 20 años de un acto terrorista atroz, de un ataque que no pudieron evitar los norteamericanos sobre su territorio. Un evento trágico que lo reconfiguró todo. La guerra dejó de ser convencional para convertirse en algo mucho más complejo. Sin embargo, la génesis de aquel 11 de septiembre, se sembró décadas antes, desde que la CIA decidió armar a los talibanes en los años ochenta del siglo XX.

Sin un plan estratégico, las diferentes agencias de espionaje y seguridad norteamericanas, entraron a Afganistán, con la idea de expulsar a los soviéticos a cualquier costo, y por ello entregaron armas y dinero a un pequeño grupo radical que en aquel entonces apenas comenzaba a formarse, los talibanes. Hoy a 40 años de aquel error, el ejército norteamericano sale de esas montañas derrotado para devolverle el poder al monstruo que ellos mismos alimentaron.

Hace unos días, mientras caminaba de madrugada por el aeropuerto Logan de la ciudad de Boston, no dejaba de pensar en aquellos terroristas que desde ahí despegaron en dos aviones distintos para terminar muertos impactando minutos más tarde las Torres Gemelas. ¿Qué falló? ¿Quién omitió las señales de alerta? ¿Por qué Nueva York? ¿Washington? En el fondo había dinero, odio y ánimo de venganza de un sólo sujeto, Osama Bin Laden, el sujeto maléfico que imaginó e instrumentó el peor ataque terrorista de toda la historia.

 

Como dato curioso, un personaje pronosticó en los sesenta, el posible choque de un avión en esas torres, era el dueño del Empire State, y no sólo lo imaginó, sino que lo hizo público en una plana del New York Times, pagando un desplegado con una imagen “falsa” de un avión estrellándose en una de las torres, las odiaba porque ese proyecto arquitectónico le quitaría el protagonismo a su edificio, no pronosticó un ataque terrorista, pero si un accidente por la altura de las nuevas torres y el antiguo trazo de las rutas aéreas de aquel entonces. Aquí les dejo un detalle de esa publicación.

Al principio, cuando el primer avión se estrelló en la torre sur, se suponía un accidente; fue el segundo impacto el que desató el terror, no era un accidente, era un ataque terrorista. Imaginen la incertidumbre, el caos, el terror y la parálisis. Se ordenó parar todos los vuelos sobre territorio norteamericano bajo la amenaza de tirar cualquier avión que no hiciera caso a la orden, dos aviones más se estrellarían enseguida, uno en el pentágono y otro sobre un campo verde en medio de la nada.

Desde que las tropas soviéticas invadieron Afganistán en 1979, se configuró este desastre. Fue Ronald Reagan quien ordenó expulsar a los soviéticos de aquel país, destinaron mil millones de dólares para esa operación, buena parte de ese dinero terminaron en los mujaidines entre varias facciones, ahí surgieron los talibanes y más tarde Al Qaeda, cuando apareció por ahí un joven Bin Laden que ya odiaba a occidente, primero lucharon contra los rusos y luego decidieron atacar a Estados Unidos. La Jihad era su mantra.

El ataque a las torres se planeó en los noventa en territorio afgano, fueron pacientes y meticulosos, reclutaron a jóvenes con un perfil particular, invirtieron menos de un millón de dólares en su plan, estrategia y discreción. Nadie imaginó lo que vendría.

Bin Laden, era de una familia rica, llegó a Afganistán con dinero e ingenieros para construir puentes y apoyar a los rebeldes contra la amenaza soviética, ahí fundó Al Qaeda, aunque a nadie le llamó la atención entonces. Pero desde ahí convocaron a todo musulmán que quisiera pelear contra los rusos, llegaron de todo el mundo, ahí los entrenaron y con ellos expulsaron a los soviéticos. Pero después, pensarían en cosas nuevas. Atacar el corazón del poder Yanqui. Les llevó sólo una década hacer realidad ese sueño, antes hicieron ataques aislados, un barco en Yemen, una bomba en el estacionamiento del WTC en 1993 y otros pequeños ataques. Pero todo eso fue sólo el preludio de aquella tragedia.

Distracciones las había todas, los palestinos, los iraníes, los iraquíes y otros, nadie vigilaba en serio a Al Qaeda, pero fue la invasión a Irak, la que exacerbó el odio musulmán a los norteamericanos, y ahí comenzaron a planear un ataque de gran escala. Nadie lo vio venir. En febrero de 1993 fue el primer aviso, aunque Al Qaeda no se involucró en ese atentado, si funcionó como inspiración para Bin Laden quien ya tenía cinco años de haber creado su propio grupo terrorista.

Occidente nada ha podido hacer frente a fanáticos que están dispuestos a volarse frente a cualquier objetivo, esa es su macabra fuerza letal y esa la debilidad de cualquier sistema de seguridad occidental.

Todo lo demás es historia, finalmente Bin Laden fue abatido en 2011 en una casa de seguridad en Pakistán. Sin embargo el daño ya estaba hecho. Hoy, todos lo vivimos cada que abordamos un avión en cualquier parte del mundo, scanners, charolas y quitarnos los zapatos para abordar un avión, ya son parte de lo cotidiano.

Sin embargo, esta especie de guerra fría santa, está lejos de disiparse como amenaza, medio oriente es un polvorín eterno, la reciente salida de las tropas norteamericanas es quizá la señal más clara de una derrota anunciada. Afganistán se cerrará cada día más al mundo y no tenemos ni idea de lo que pueda surgir de un auténtico estado fallido como ese. Kabul será la nueva sede de un mundo que se contrapone a un estilo civilizatorio como el que nosotros conocemos. Nada garantiza que en el futuro no seamos testigos de nuevas y sorprendentes muestras de odio y venganza que cobrarán la vida de inocentes en cualquier parte del planeta. Al tiempo.