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Naranja de Sangre

El lado oscuro de su personalidad es el motor de su creatividad. | Ulises Castellanos

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Escrito en OPINIÓN el

Tenía 13 años de edad cuando se enteró de la muerte de su padre -sin embargo, no conocía los detalles-; su padre en realidad se había suicidado en una tina repleta de vodka. Tres años más tarde, al cumplir 16, su madre la corre de su casa y literalmente Liza Ambrossio se queda huérfana.

Su historia, es la historia del rechazo. Hoy Liza Ambrossio es una fotógrafa extraordinaria que ronda los 26 años de edad, que ha sido multi-premiada en distintos espacios europeos y que ahora vive en París. Es un ejemplo de tenacidad y resiliencia.

Su interés por la fotografía arranca cuando le pide a la trabajadora del hogar en casa de su madre, que robe las fotografías de los álbumes familiares “buscando rastros de un pasado tenebroso”.

La conocí hace 10 años, cuando fue a mostrarme su portafolio fotográfico en el diario Excélsior, ella buscaba una oportunidad en la redacción, pero cuando vi sus fotos, por supuesto que no la contraté. Le dije algo muy escueto, que apenas recuerdo: “esto no es periodismo” y tú, no eres “fotoperiodista”. Y se fue.

Un par de años más tarde, nos encontramos en una fiesta en casa de un fotoperiodista muy reconocido y platicamos. De pronto, el anfitrión y ella nos llevaron a una habitación en donde Liza había pintado un muro enorme con la imagen de los Beatles, el mural incluso llegaba hasta el techo, y ahí lo confirmé, Liza no era fotoperiodista, ella era una artista visual emergente.


Rechazada por su madre, incomprendida en un entorno fotográfico local, ahora es una de las fotógrafas más originales que representan a México donde quiera que anda. En 2018 me la encontré en Madrid, durante el Festival de PhotoEspaña y vi su trabajo más reciente. Conversamos y descubrí a una mujer que comenzaba a consolidar su narrativa visual, y a recibir premios y elogios de la crítica Europea.

Así cuenta Liza cómo transformó su realidad y porqué: “Hace un tiempo decidí cambiar mi vida de la forma más extraordinariamente posible. Miré hacia adentro y sin querer recordé la frase que mi madre me dijo la última vez que la vi cuando tenía dieciséis años: "Que te vaya bien, y créeme que de verdad espero que seas muy fuerte y audaz, para no tener piedad a la hora de destrozar tu cuerpo y aplastar tu alma la próxima vez que nos volvamos a encontrar”.

Su discurso incluye imágenes fijas, video, texto y hasta performance. Son imágenes que surgen de su historia, de su infancia, de la terca memoria, imágenes desde la destrucción, del rechazo que ha experimentado y del suicidio de su padre. Son imágenes que nos rompen la cabeza, que nos confrontan, incluso hasta cuesta trabajo verlas en una pared, por eso ella las rompe, las deconstruye y a veces las coloca a nivel del suelo.

A Liza me la acabo de encontrar de nuevo en Querétaro en el marco de Enfoque 2020 que organizó el querido Luis Beltrán por allá en la tierra de la Corregidora. Liza y yo nos sentamos en la primera fila de la conferencia que ofreció Joan Fontcuberta y de ahí nos fuimos a ver su exposición “Naranja de Sangre” en el Museo de Arte Contemporáneo, donde le tomé el retrato que aparece en esta columna.

Y sí, lo dicho, sus imágenes parecen salir de una pesadilla, niños que dan miedo, sangre salpicada en sus encuadres, imágenes rotas que rasgan la mirada, manos con uñas largas que rasguñan el alma y no es para menos. Imaginemos a una adolescente de 16 años que es rechazada por su madre, y con la que no vuelve a tener mayor contacto hasta la fecha. Su inspiración es personal y subjetiva, pero toca un tema central, que nos pega a todos, el abandono.

Liza es egresada de la UNAM, licenciada en comunicación y realizó el máster de PhotoEspaña en 2018. Su trabajo fue reconocido en España con el Premio Nuevo Talento FNAC, y ahora se presenta en México, primero allá en Querétaro y próximamente aquí en la Ciudad de México.

En los últimos 4 años ella ha vivido y viajado por España, Islandia, Bélgica, Luxemburgo, Gran Bretaña, Estados Unidos y actualmente radica en París, Francia. Liza consolida su estilo, a partir de una propuesta disruptiva, incómoda y derivado de una familia desgarrada.

Liza revela en una entrevista, sus fuentes de inspiración: “Los demonios que me habitan, la infancia maldita, la vejez que arrastra, la violencia femenina, la brujería, la reencarnación, la locura, la psicodelia, la pasión y el amor”.  Ella enfrenta el terror y lo deshumaniza. El lado oscuro de su personalidad es el motor de su creatividad.

Así describe ella su Naranja de Sangre: “es un retrato contemporáneo del caos que se expresa convulsivamente en torno al cambio, la maldad y lo maldito, la enfermedad mental, la soledad, la epigenética, el ritualismo, el desarraigo, la libertad y el destino”.

Su trabajo ha sido expuesto en Europa, Estados Unidos, Corea y México. Incluyendo museos como el Göteborgs Konstmuseum, el Hasselblad Center en Suecia y el Museo de Arte Contemporáneo en México. El trabajo fotográfico de Ambrossio ha sido revisado y publicado en The British Journal of Photography, The Magnum Foundation, Der Greif, la revista Unseen, Vogue Italy, L´Officiel, Lens Culture y El País. En 2018 recibió el premio Nuevo Talento FNAC en España, Voies Off en Arlés, en Francia y recientemente el Flash Forward en Canadá, el PhEST en Italia y el PHmuseum New Generation Grant en 2019 del Reino Unido.

Liza no descansa, y ya prepara dos proyectos nuevos: “Leche de tigre” y “Agua de fuego”, donde enfrenta algunas de las zonas más densas de su vida, la muerte de su padre y las adicciones. Este año se presentará en Amsterdam y ya les platicaré de ese nuevo proyecto.

Pero por ahora, los dejo con esta descripción que hace ella misma de su último trabajo: “Poseo la sospecha de que para ser verdaderamente libre es necesario ver morir a tu padre y matar a tu madre. ¿O era al revés? Una sección de mi mente permanece en la oscuridad. Me sudan las manos, mi palpitar se acelera, un escalofrío me recorre el cuerpo. Siento la angustia, la tentación y el deseo de quien ha de cometer un crimen. ¿O ya ha sucedido? No puedo despegar los ojos. Todo me resulta afectivamente desconcertante, amorfo, extraño (...) ¿Estoy embrujada? ¿O soy yo la bruja? Se me están quemando los pies”.

No le pierdan la pista.