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Migración: los bienvenidos de hace un año

¿Qué hay de las permanencias de centroamericanos en la frontera norte a la espera del asilo estadounidense? | Joel Hernández Santiago

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Escrito en OPINIÓN el

Hace un año, por estas fechas, todavía eran bien recibidos los migrantes centroamericanos. Llegaban principalmente de Honduras y El Salvador y el gobierno mexicano les otorgaba brazaletes humanitarios, rojos o blancos, con los que podrían acceder a salud, educación y empleo, según les había prometido el por entonces nuevo presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador.

Se les daba la bienvenida y trato, digamos, comedido y pronto, por parte del Instituto Nacional de Migración que recibía instrucciones del gobierno federal de así hacerlo.

Por ahí del 19 de enero muchos centroamericanos descansaban de su travesía en parques públicos de Tapachula, Chiapas a la espera de recibir la documentación que les permitiría “una residencia de un año”. De esta forma –hace un año– habían ingresado a México mediante asilo poco más de mil personas que daban sus datos personales a los funcionarios, sus huellas dactilares, fotografía y con la promesa de resolverles en cinco días, y no treinta, “como antes”.

Y por entonces el ya presidente López Obrador dijo que “los consulados de México en Estados Unidos se convertirían en una especie de ‘procuradurías’ para la defensa del migrante y que la Secretaría de Relaciones Exteriores tiene instrucciones precisas para fortalecer los 50 consulados que México tiene en el país vecino”.

Esto de las visas de trabajo lo había prometido el Presidente electo López Obrador el 18 de octubre de 2018. Fue por entonces cuando afirmó enfático que “se entregarán visas de trabajo a los migrantes centroamericanos que deseen permanecer en el país”.

Esto daría por terminado el problema de los migrantes centroamericanos que se internaban en México con la intención de llegar a Estados Unidos y porque a lo largo de su recorrido había cientos de peligros para ellos. “La Bestia” el tren sureño que transportaba a muchos de ellos era insuficiente y riesgoso.

Y frente a esta nueva posición del gobierno mexicano, muchos centroamericanos se sintieron estimulados para organizarse en caravanas y buscar su paso por México hacia el país del norte. Y lo hacían a través de Chiapas, Tabasco, Oaxaca, Veracruz... Y cada vez crecían más las cantidades de hombres, mujeres, niños y ancianos que veían una nueva oportunidad para salir de sus países de origen y cuyos gobiernos guardaban silencio ante esta salida masiva de sus ciudadanos...

Pero el presidente de Estados Unidos, Donald J. Trump pegó el grito en el cielo y amenazó al gobierno de México de cerrar la frontera sur si esto continuaba así; y amenazó con sanciones y puso en entredicho esa política de puertas abiertas que ostentaba el gobierno de México como un país ‘de buena vecindad’... Endureció el discurso y las amenazas fueron aún más crecientes. El gobierno mexicano accedió temeroso.

El gobierno mexicano cedió a las presiones de Trump y comenzó una vigilancia férrea no sólo en la frontera norte, a donde llegaban los migrantes centroamericanos –y ya de muchas partes del mundo- para intentar su ingreso a Estados Unidos.

También selló la frontera sur del país. Y se asignó a la Guardia Nacional para contener el paso de los peregrinos. Y se endurecieron las actitudes. Pero también se endureció la actitud de los centroamericanos que veían que el gobierno mexicano les cerraba las puertas que antes les había prometido que estarían abiertas.

Y de pronto el gobierno federal mexicano retrasaba los trámites de solicitudes de asilo en territorio  nacional, aun con la advertencia de los centroamericanos de que lo único que querían era llegar a Estados Unidos, no quedarse en México; de hecho ese es el objetivo general. Y también endureció la actitud: de aquella complacencia y beneplácito se pasó a los gases lacrimógenos y al operativo físico... Donald Trump felicitaba y felicita a México por su decisión.

Por estos días, a un año de aquel panorama de ‘buena vecindad’ hoy la situación es tensa. Apenas el 20 de enero pasado un grupo de más de dos mil centroamericanos se internó por la fuerza en territorio mexicano luego de no recibir respuesta a su pliego petitorio de libre tránsito por México hacia Estados Unidos.

Meses antes el presidente López Obrador anunció que se entregarían recursos de apoyo a los gobiernos centroamericanos para generar empleos y contener la migración. ¿Se entregaron los recursos? ¿Por qué guardan silencio a todo esto los presidentes de Guatemala, Honduras, El Salvador...?

El problema es múltiple: lo es para Estados Unidos cuyo gobierno repudia la llegada de mexicanos y centroamericanos; lo es para los países involucrados, lo es para los migrantes centroamericanos y lo es, sobre todo, para el gobierno de México que no encuentra solución a sus contradicciones y tiene que hacer una tarea dramática, asignada por el gobierno de EUA, y que no le corresponde...

¿Cuál es el punto de solución? ¿O se está con Centro y Sudamérica o con Estados Unidos? ¿Se deberá y se podrá estar bien con todos? ¿Y qué hay de las permanencias de centroamericanos en la frontera norte a la espera del asilo estadounidense y que puede tardar meses o años?

Grave situación la de México, producto de un “si” que desconocía el grado de hondura del problema y que hoy tiene que decir “no” a la llegada del éxodo centroamericano. ¿Hasta cuándo? Mientras tanto, ambiente tenso en el sur del país. Y seres humanos que lo único que quieren es seguridad y vivir mejor... ¿Y cuál es el origen del problema?... A lo mejor ahí está la solución.