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Lo extraordinario del mundo a través de la mirada de una niña

Producto de las novelas gráficas de Jacques Tardi, que detonaron ideas en el escritor Benjamin Legrand, surge “Abril y el mundo extraordinario”. | Leonardo Bastida

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Escrito en OPINIÓN el

Humo irrespirable, neblina grisácea, hollín por todas partes, abundante olor a combustible quemado, paisajes grises, abundante uso de fuentes de energía no renovables, nula presencia de árboles, escasez de conocimiento científico y un estancamiento tecnológico son parte de los componentes del entorno en los que vive Abril, una niña muy inquieta y con gran ímpetu por conocer su mundo, pero que, tiene pocas posibilidades de satisfacer sus inquietudes, pues no tiene con quien compartirlas. 

En un extraño París de los años 40 del siglo pasado, aunque parezca muy parecido a muchos lugares de nuestra contemporaneidad, en los que todavía predomina el uso de combustibles de origen fósil a pesar de que la temperatura del planeta está aumentando y no todos los esfuerzos científicos están siendo utilizados para contrarrestar la situación, debido a cierto escepticismo.

Incluso, en su libro sobre “Posverdad”, Lee McIntyre, investigador en historia y filosofía de la ciencia de la Universidad de Boston, menciona que el cambio climático ha sido uno de los temas en los que más se han posicionado posturas falsas, sustentadas en información carente de evidencia científica, y que, desafortunadamente, han permeado en gran parte de la población.

El mundo de Abril no es tan diferente, misteriosamente, han desaparecido las y los científicos y nadie ha podido contribuir a desatorar ese atraso tecnológico en el que está sumida su sociedad y hace al mundo terriblemente gris. Entre quienes han desaparecido, están su padre y su madre.

Producto de las novelas gráficas de Jacques Tardi, que detonaron ideas en el escritor Benjamin Legrand, surge “Abril y el mundo extraordinario”, una película animada, actualmente en exhibición en Cineteca Nacional, que trastoca, de manera interseccional varias temáticas que, fuera de la ficción, son muy pertinentes de discutir en medio de esta pandemia, y en sí, de nuestros contextos actuales. 

Uno de los temas que sobresale de esta ficción es la responsabilidad bioética de la ciencia, pues a lo largo de la película se muestran varios posibles dilemas en los que se puede ver envuelta la investigación científica si carece del sustento ético necesario para poder llevar a cabo ciertos experimentos.

Otro es el de la responsabilidad que tenemos todas las personas con nuestro planeta, pudiéndose abrir una reflexión de corte ecoético, no centrada en visiones antropocéntricas, sino más en el sentido de pensar en que cada acción que llevemos a cabo no sólo afecta a nuestra persona, sino también a otras personas, a otras especies y nuestros entornos. 

Y, por último, el de la necesidad de la incorporación de las niñas y las adolescentes, y en general de las mujeres, a las ciencias, pues, como lo demuestra Abril, su visión puede enriquecer, por mucho, las respuestas a las problemáticas que azotan a nuestro planeta, como lo hizo Abril en su mundo de ficción, pero no tan lejana a nuestra realidad.