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La gobernanza global para la preparación antes las pandemias

La pandemia por el virus SARS-CoV2 ha mostrado las flaquezas de la gobernanza global en salud, respecto a la preparación ante las pandemias. | Talia Rebeca Haro*

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Escrito en OPINIÓN el

La pandemia que fue causada por el virus SARS-CoV2 ha mostrado las flaquezas de la gobernanza global en salud, respecto a la preparación ante las pandemias. En vez de cumplir con el Reglamento Sanitario Internacional que fue reformado en el 2005 en la Organización Mundial de Salud (OMS), cada país ha instrumentado sus propias normas para controlar la expansión del virus SARS-CoV2. El subsecretario de Salud en México, Hugo López Gatell, ha repetido una y otra vez que las posiciones nacionales van en contra del Reglamento Sanitario Internacional. Así, las posiciones nacionales han prevalecido, respecto al acceso de tecnologías médicas (tal como las vacunas, diagnósticos o medicamentos), o las cuarentenas impidiendo el comercio y la libre circulación. 

Las restricciones para la libre circulación han dependido de la estructura económica de los países. Por ejemplo, los países dependientes en el turismo, como México, han permitido la libre circulación con el fin de no dañar las actividades económicas de dicho sector. La fragmentación en la gobernanza de la salud global es muy evidente. Por tanto, en diciembre del 2021, la resolución 74.7 de la Asamblea Mundial de la Salud ordenó la creación de una Comisión, la cual revisará la gobernanza internacional de la salud, respecto a la preparación ante pandemias. 

Existen tres alternativas que pueden resultar de la revisión que haga esta Comisión. La primera es que se haga una enmienda del Reglamento Sanitario Internacional. La última vez que las normas internacionales fueron reformadas tuvieron como resultado el Reglamento Sanitario Internacional en el 2005. La negociación de este Reglamento tuvo una duración de 10 años, la cual fue concretizada tan sólo después de la erupción de la epidemia causada por el SARS-CoV del 2002 al 2004. 

Esta reforma del 2005 tenía la intención de establecer una gobernanza global para el control de las pandemias que no estuviese sujeta a pandemias específicas. No se debe olvidar que la regulación sanitaria para el control de las pandemias fue el primer ámbito que estuvo reglamentado en el campo sanitario internacional; es decir, a mitad del siglo XIX, se crearon las primeras conferencias sanitarias internacionales para el control de la peste, la cólera y la fiebre amarilla. Esta orientación en el control de epidemias específicas pervivió durante todo el siglo XX, incluso después del nacimiento de la OMS.

La segunda alternativa que puede ofrecer la Comisión es la creación de un Tratado para la Preparación ante Pandemias, que fue propuesto por el presidente del Consejo Europeo, y que ha sido apoyado por 26 representantes de Estado y por el Director General de la OMS. 

La tercera opción es una combinación de las opciones anteriores; es decir, una enmienda del Reglamento Internacional y un nuevo instrumento, como un Convenio Marco para responder a las pandemias subsecuentes. Como ejemplo del último caso, en el 2011, en el seno de la OMS, se creó un Marco para la Preparación ante las Pandemias de Influenza que tuvo como fin compartir los virus de influenza, así como el acceso a vacunas y otros beneficios. No obstante, este Marco sólo está dirigido a la influenza, por lo que los países no están obligados a cumplir las responsabilidades del Marco en otro tipo de pandemias. 

Los temas más álgidos que abordará la Comisión son respecto al beneficio de compartir los patógenos; la producción y distribución equitativas de las tecnologías médicas; y la creación de un mecanismo de resolución de controversias. 

Respecto al primer tema, no se debe olvidar la importancia de que los países compartan los patógenos, con el fin de que se logre la producción de tecnologías avanzadas, como vacunas o diagnósticos. Se debe recordar que, durante la erupción de la influenza aviar en el 2006, Indonesia se negó a compartir estos patógenos, argumentando que si compartía las muestras, las industrias farmacéuticas patentarían vacunas y medicamentos a los que Indonesia no tendría acceso más tarde. Una situación similar sucedió durante la pandemia de ébola en África Occidental. Durante la actual pandemia, causada por el SARS-CoV2, no se vio esta situación, en tanto China ofreció la secuencia genómica del virus con el fin de lograr la producción masiva de tecnologías médicas. El segundo punto es de suma importancia, como lo hemos visto ante la actual pandemia de la covid-19, puesto que ha habido un desigual acceso a las tecnologías médicas entre los países de ingresos altos y bajos que ha impedido lograr contener la expansión del virus. El tercer tema es que el acuerdo pueda contar con un panel de resolución de controversias, al que los países puedan acudir en caso de incumplimiento por parte de cualquiera de los miembros. Esto es de vital importancia, en tanto que así el acuerdo se convertiría en vinculante. Por último, la OMS no posee la jurisdicción exclusiva en algunos de estos temas, en tanto son regulados por otros foros internacionales (por ejemplo, en el caso de la producción y distribución de tecnologías avanzadas, este tema le compete a la Organización Mundial del Comercio, debido a que ésta administra el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio). La negociación será ardua. 

Nuevas pandemias han sido pronosticadas durante este siglo, debido a los cambios en la relación entre los humanos con nuestro ambiente. Por lo tanto, la coordinación en la gobernanza de salud global es necesaria. Tanto las opciones ofrecidas por la Comisión, así como el resultado de la negociación entre los países (especialmente entre el Norte y el Sur), establecerán el marco para el control de las futuras pandemias. 


*Talia Rebeca Haro

Candidata a doctora por parte de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales en la UNAM. Cuenta con dos maestrías: una en Salud y Políticas Sociales con doble diploma Erasmus Mundus por parte de la École des Hautes Études en Sciences Sociales y la Universidad de Linköping; y, la otra en Cooperación Internacional para el Desarrollo por parte del Instituto Mora. Ha sido investigadora invitada en el Watson Institute for International and Public Affairs de la Universidad de Brown, la Universitàt Autónoma de Barcelona, Public Citizen, y en la Asociación para el Avance de las Ciencias Sociales.