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La educación en línea la hacemos todos

La pandemia ha servido para hacer una radiografía y conocer cómo funciona el ecosistema digital en México. | Fabiola Peña

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Escrito en OPINIÓN el

Los problemas derivados de la pandemia por la covid-19 catapultaron a la Internet como el facilitador para la solución de muchos de ellos, sin embargo, no es la respuesta en sí misma, y los retos abruman.

¿Por qué? Porque es un medio para que en comunidad generemos soluciones y es una herramienta colaborativa. Su principal valor se encuentra en lo que cada uno aporta. La pandemia ha servido para hacer una radiografía y conocer cómo funciona el ecosistema digital en México, dónde estamos y cuáles con las áreas de oportunidad.

Internet es una labor colaborativa, se construye con la participación de todos los involucrados en la solución que se busca. Así como Salud en Línea no se puede pensar sin incluir una participación de los médicos y expertos del sector; la Educación en línea, tampoco se puede entender sin contemplar que para que ésta tenga resultados se construya con base en las necesidades y capacidades de todos los involucrados. 

Dolorosamente esta pandemia nos enfrentó con la realidad de los distintos Méxicos:

• Los no conectados. Alumnos, profesores y entidades educativas que se encuentran en la imposibilidad de hacer uso de la herramienta porque su población o comunidad no cuenta con cobertura que le permita conectarse. 

•  Los desconectados. Alumnos que antes podían conectarse, pero que la crisis económica los llevó a perder la capacidad económica para cubrir ese costo. 

•  Los conectados. Alumnos, maestros, entidades educativas que se encuentran en la posibilidad de hacer uso de la Educación a distancia. 

Tres escenarios, con tres necesidades distintas y una misma solución: la colaboración de todos.

Los no conectados

Aquí se engloban todas aquellas poblaciones que no tienen la posibilidad de conectarse a internet. Al inicio de la pandemia tuve la oportunidad de platicar con Stephany Ramos, estudiante en la sierra de la huasteca potosina, que fungió como portavoz de las problemáticas que enfrentan sus compañeros para continuar con sus estudios, los esfuerzos y los riesgos a los que se enfrentaban para poder terminar la carrera durante la pandemia por no contar con conectividad. 

Resolver la problemática de los no conectados requiere que se muevan varias piezas, la primera es bastante obvia: los prestadores de servicios de acceso a internet que inviertan y les sea rentable, pero para invertir hay que tener certezas, la principal es la jurídica para poder garantizar que se trata de una inversión que te dejará ver resultados.

Ahí hay dos piezas más: el Gobierno Federal y el Instituto Federal de Telecomunicaciones; generando el escenario que permita y fomente este tipo de inversiones. 

Otra pieza vital son los gobiernos locales y municipales que permitan la instalación de infraestructura. Parece obvio, pero en el caso de algunos municipios no lo es. Conectar requiere infraestructura, permitir su instalación y generar trámites homologados para realizarlo. Esa puede ser la pieza que permita la conectividad y con ello la educación en línea. 

Los desconectados

Al inicio de la pandemia la profesora que escribe como @tannit publicó que una alumna no podría continuar tomando sus clases porque sus ingresos dependían del comercio, y debido a la cuarentena no tenía dinero para pagar el servicio de acceso a internet. 

La crisis económica generó el efecto dominó en otros aspectos de la vida. Este escenario involucra a personas que actualmente han perdido la capacidad de pago de los servicios de acceso a internet, o que no tienen un dispositivo móvil que les permita el acceso a la conectividad.

Es una realidad abrumadora que parece perpetuar la idea de que sí hay movilidad social, esta es hacia abajo. Frente a este escenario parece haber pocas respuestas, las evidentes recaen en la búsqueda de apoyos que permitan el financiamiento temporal, o bien acciones que correspondan a la adecuación de modelos educativos que contemplen las diferencias entre los estudiantes y retoman conceptos de la educación a distancia frente a modelos de educación en línea. 

Los conectados

Podría parecer que este segmento lo tiene todo solucionado. La red de redes muchas veces señalada como la solución, se encuentra a disposición de todos los involucrados. Sin embargo, ¿esto garantiza la efectividad de la educación en línea? En este punto, muchos de los que han acompañado a menores en sus clases durante la cuarentena tendrán su propia respuesta: “los niños no aprenden igual” es una frase que algunos padres mencionan para bien, pero otra gran mayoría para señalar las deficiencias que han encontrado a esta solución en el aislamiento.

Según el estudio “Uso de las tecnologías digitales para el proceso de enseñanza-aprendizaje en Latinoamérica” realizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Tecnológico de Monterrey entre febrero y marzo 2020 tres de cuatro docentes en Latinoamérica no se sienten preparados para incorporar nuevas tecnologías en el aula ante la emergencia del covid-19, en México 22% de los docentes considera la falta de financiamiento y acceso a nuevas tecnologías como los principales retos. 

Los planes de estudio y los modelos educativos necesitan ser adaptados para la nueva modalidad de enseñanza de lo contrario su efectividad podría verse afectada, de igual forma reconocer la necesidad urgente de capacitar a los maestros para proporcionarle las herramientas que permitan una efectiva transmisión del conocimiento.

Varias empresas de telecomunicaciones y plataformas de internet han puesto a disposición de alumnos, padres de familia, maestros y entidades educativas herramientas de apoyo y soporte durante este periodo extraordinario, pero es importante que más allá de estos apoyos se construyan planes a mediano y largo plazo que hagan posible la educación a distancia, a pesar de que la educación en línea no esté disponible o no sea funcional para su realidad. 

Muchas escuelas se enfrentarán a los tres escenarios y nos encontraremos con aquellos que no reconozcan que no hay una “vuelta a la normalidad”, sino una nueva realidad a la que habrá que afrontar, y que no estructuren y tomen medidas para adaptarse. Serán también responsables de los retrasos educativos de sus alumnos. En este sentido más vale ser prevenido y apostar por estas adecuaciones, ya que para muchos estudiantes no habrá segundas oportunidades. 

Cada entidad educativa, deberá analizar qué tanto trabajo le hace falta y retomar y compartir experiencias con aquellos que han tenido un resultado positivo. Aquí sirva como ejemplo la Facultad de Derecho de la UNAM, que con mucho tiempo previo a la pandemia, y de forma visionaria, tenía las herramientas y adaptabilidad del modelo educativo que le permitió ser la única de las facultades de esta universidad que no tuviera retrasos en su plan de estudio.

Es doloroso enfrentarnos a los cambios de nuestra realidad, pero será más doloroso aún dejar pasar el tiempo y reconocer en un futuro las afectaciones generadas por nuestra falta de acción.