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¿Emprender para enriquecerse o para sobrevivir?

Se debe dejar de vender la idea de que emprender es el camino para enriquecerse sin preocupaciones. | Octavio Rocha

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Escrito en OPINIÓN el

En años recientes, se ha dado un gran impulso al emprendimiento desde diversos sectores. Pero ¿ser emprendedor en México, puede garantizar la movilidad social? 

En el sexenio anterior, quizás el impulso al emprendimiento fue más notorio con la transformación del Fondo Nacional de Empresas en Solidaridad (FONAES) en el Instituto Nacional de la Economía Social (INAES); los apoyos creados por el Instituto Nacional del Emprendedor (INADEM) y los programas de la Secretaría de Economía (SE), incluso, mediáticamente el Consejo de la Comunicación de las Empresas desplegaba campañas como “Pepe y Toño” o “Ana y Mary” para impulsar la creación de Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (MiPyMEs).

Con la llegada del nuevo gobierno, en una acción un tanto inesperada, el INADEM fue desaparecido (Expansión, 2019). Aún hace falta tiempo –y un estudio imparcial– para establecer de manera certera el impacto que esto tuvo, aunque en lo inmediato se sintió como un duro golpe al ecosistema. Sin embargo, una cosa es cierta: el espíritu emprendedor de las y los mexicanos, lejos de apagarse, parece haberse exacerbado por la influencia de las redes sociales y en gran medida gracias al programa Shark Tank México.

Hoy en día, el ecosistema de emprendimiento en México es fuerte, amplio y diverso. Es relativamente fácil encontrar una incubadora de negocios, una aceleradora y un sinfín de programas privados y de gobierno que impulsan la formación de emprendedores y el desarrollo de emprendimientos de diversos tipos; desde los más tradicionales hasta los de base tecnológica o con impacto social y ambiental.

Dado este panorama, que pudiera parecer en principio muy alentador, vale la pena preguntarse si efectivamente el emprendimiento es una verdadera alternativa, ya sea vista como una ocupación profesional o como una solución a la falta de empleos y oportunidades (emprendimiento por oportunidad vs emprendimiento por necesidad), no solo en los jóvenes, sino también en las personas adultas (ya he escrito previamente en este mismo medio sobre la “economía plateada”). 

Más aún, vale la pena cuestionarse si el emprendimiento puede ser una herramienta para la movilidad social; es decir, que le permita al emprendedor cambiar de nivel socioeconómico, o solo es un paliativo que permite dignificar a la persona detrás de un negocio con el que apenas obtiene beneficios económicos para subsistir. Es cierto que una de las maravillas del emprendimiento es que puede ser para todas y todos, pero también es cierto que puede ser un gran eufemismo para disfrazar la falta de empleos y el autoempleo en condiciones de precariedad laboral. Esta pregunta no es poca cosa cuando las pequeñas y medianas empresas son un importante motor en este país, ya que generan el 72% de los empleos, y donde el grueso de las y los emprendedores son jóvenes entre 26 y 35 años (Entrepreneur, 2021).

Es aquí donde la posición social y económica juega un papel fundamental; es decir, existen emprendedores en la base de la pirámide (Forbes, 2014) con recursos y capital limitado, poco o nulo entrenamiento, escasas posibilidades de atraer talento y una exposición reducida. Por otro lado, existen emprendedores de clase media y alta, que cuentan de entrada con formación profesional, acceso a capital propio –de diversos tipos–, altas posibilidades de obtener financiamiento para escalar el proyecto y la capacidad de conseguir el talento necesario para convertir una idea sencilla, en una idea millonaria. 

Boaventura de Souza Santos se refiere a los emprendedores de la siguiente manera:

“Ahí no hay autonomía, sino “autoesclavitud”. Lo que intenta hoy el sistema es que tú seas esclavo de ti mismo. Eso no es ser autónomo. Para serlo, es necesario tener condiciones, y eso se da o porque uno es rico, como Schopenhauer, o porque uno tiene una vida de “zona liberada”, sin familia ni obligaciones complicadas. El emprendedurismo, en cambio, le da un toque de glamur a la precariedad”. (Izquierdo, 2019)

A la fecha, no se ha realizado un estudio concreto al respecto, pero a simple vista se pueden encontrar diferencias socioeconómicas entre emprendedores, donde además el talento y las habilidades blandas juegan un papel importante. Tampoco es difícil intuir cuál emprendedor puede ser más resiliente en tiempos de covid-19. El ecosistema emprendedor podrá seguirse fortaleciendo con el tiempo, pero las condiciones económicas y el acceso a educación formal e informal de las y los emprendedores no depende del ecosistema, es aquí donde juega un papel importante la brecha de desigualdad social que impera en México. Una cosa es cierta: ser emprendedor no siempre es sinónimo de movilidad social. 

Es sumamente necesario desmitificar el emprendimiento como la actividad meritocrática por excelencia, donde permea el “si lo crees, lo creas” o el “si quieres lograr lo que nunca has logrado, tendrás que esforzarte como nunca lo has hecho”. Muchos de los emprendedores glorificados en Silicon Valley; Bill Gates, Steve Jobs o Jeff Bezos, no son –o fueron– precisamente emprendedores provenientes de la base de la pirámide, por supuesto fueron emprendedores, pero con un capital educativo, relacional y económico que les permitió, gracias a su talento –indiscutible, eso si– poder alcanzar los primeros lugares de la lista de las personas más ricas del mundo de la revista Forbes. 

Se debe entender el emprendimiento como una ocupación más, loable desde luego, y con todo el reconocimiento que implica crear una empresa y sostenerla en un país como México, donde además de las propias dificultades legales, administrativas y fiscales, se está expuesto al crimen organizado, pero se debe dejar de vender la idea de que ser emprendedor es el camino más rápido a una vida de riqueza, sin preocupaciones y con varios millones en la cuenta bancaria.  

* Octavio Rocha

Licenciado en Economía con Especialidad en Microfinanzas y cuenta con un diplomado en Creación, Desarrollo y Dirección de Empresas Sociales. Ha sido docente en la Facultad de Economía y en la Facultad de Contaduría y Administración de la UNAM. Actualmente es maestrante en el programa de Cooperación Internacional para el Desarrollo del Instituto Mora, docente en la Universidad Tecnológica de México y colaborador en la Alianza por la Inversión de Impacto México.

Bibliografía

Entrepreneur. (20 de Abril de 2021). “Entrepreneur”. El 35% de los emprendedores en México tienen entre 26 y 35 años. Obtenido de: https://www.entrepreneur.com/article/369758

Expansión. (11 de Abril de 2019). “¿Por qué murió el Inadem y qué sigue para los emprendedores?” Obtenido de Expansión: https://expansion.mx/emprendedores/2019/04/11/por-que-murio-el-inadem-y-que-sigue-para-los-emprendedores.

Forbes. (12 de Junio de 2014). “¿Quién atiende hoy a los emprendedores pobres?” Obtenido de Forbes: https://www.forbes.com.mx/quien-atiende-hoy-los-emprendedores-pobres/

Izquierdo, A. P. (29 de 10 de 2019). Semana. “El ‘emprendedurismo’ le da glamur a la precariedad”: Boaventura de Sousa Santos. Obtenido de: https://www.semana.com/impresa/portada/articulo/el-emprendedurismo-le-da-glamur-a-la-precariedad-boaventura-de-sousa-santos/78712/?fbclid=IwAR27CT0yAoEkfmgA0110PkOiHMvYrziOWYGOz8fhaJH3Zmop0g-7BgefHNo