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Elecciones presidenciales en tiempos de pandemia

El mandato de Trump concluirá al mediodía del 20 de enero de 2021 y no puede extendieres de ese plazo, a menos que el 3 de noviembre gane la elección. | Alicia Fuentes

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Escrito en OPINIÓN el

Si bien la pandemia ha puesto al mundo de cabeza, no hay necesidad de generar más desconcierto, menos aún intencionalmente. Hace unos días el presidente Donald Trump tuiteó algo que parece simular una consulta para posponer las elecciones presidenciales en Estados Unidos hasta que “las personas puedan votar de manera adecuada y segura”. 

El 3 de noviembre próximo es la fecha que, conforme a la Constitución, el Congreso fijó para las elecciones presidenciales, por lo que el presidente Trump carece de la autoridad para suspender o modificar la fecha del sufragio en su país. En todo caso, aplazar la votación requiere una legislación que las cámaras de Representantes y el Senado tendrían que aceptar y emitir bipartidistamente. 

A falta de dicha ley, por más que se aliente una democracia a “mano alzada” o a “twitter lanzado” para buscar apoyo a través de medios inadecuados y preguntas sesgadas para la toma de decisiones cruciales en medio de una opinión pública divida, el mandato del presidente Trump concluirá al mediodía del 20 de enero de 2021 y no puede extenderse de ese plazo, a menos que el 3 de noviembre gane la elección, con o sin pandemia. 

Hasta ahora, los candidatos adaptaron sus campañas políticas en tiempos de confinamiento a los medios virtuales, por supuesto no es lo mismo con el sufragio. Llevar a cabo las elecciones presidenciales es un reto emergente para responder y adecuarse para garantizar la democracia en Estados Unidos. Los estadounidenses, más que atender a consultas sacadas de la manga, deberán ocuparse en el desafío que plantea la nueva forma en la que votarán el 3 de noviembre pues algunos lo harán por correo, otros en lugares rediseñados y todos, incluidas las autoridades electorales, requerirán de un gran esfuerzo para adaptar sus sistemas electivos a condiciones extraordinarias. 

Pero ¿en qué radica el interés del presidente Trump en aplazar las elecciones? Según las últimas encuestas publicadas por RealClearPolitics, a finales de julio y principios de agosto, Joe Biden aventajaba a Donald Trump en prácticamente todos los estados de la Unión Americana, incluso en aquellos que se caracterizan por ser republicanos de hueso colorado, como Florida y Georgia. 

Por otra parte, en este mismo espacio se comentó que dadas las divisiones en Estados (Des) Unidos, la compañera de fórmula de Biden saldría de entre las afroamericanas Kamala Harris y Val Demings, pero ahora el nombre de Elizabeth Warren suena cada vez más. Lo interesante del binomio que surja con cualquiera de estas mujeres por la que se decida Biden, sugiere que el partido demócrata se cargaría hacia los progresistas y, en caso de ganar las elecciones, el gobierno estadounidense; en otras palabras, significa que la próxima administración en Estados Unidos sería de la izquierda más comprometida con temas de derechos humanos, igualdad de oportunidades y cambio climático, entre otros. Lo contrario a la administración Trump. 

Aunque en teoría la ideología partidista o gubernamental de los próximos años no debería girar en torno a la figura del vicepresidente o vicepresidenta, es un hecho que sí jugará un importante papel en los resultados electorales de noviembre, es quizá por esta razón que Joe Biden se está tomando su tiempo para elegir entre prominentes mujeres políticas y todo parece indicar que la próxima semana conoceremos el nombre. No obstante, todo sugiere que si Biden se convierte en el 46º presidente de Estados Unidos podría quedarse hasta el 2028 en la Casa Blanca. En este sentido, habida cuenta de la edad del candidato demócrata, teóricamente, su vicepresidente o vicepresidenta podría sucederlo. Y sí, con esto en mente, la historia daría un giro no sólo en Estados Unidos, sino en el mundo.