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El baile de las olas

Tanto la pandemia del covid-19 como el florecimiento de regímenes populistas, responden a un gran potencial de propagación. | Leonardo Martínez

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Escrito en OPINIÓN el

En estos últimos años hemos sido testigos de cómo se han ido incrementando tanto las velocidades de propagación como los alcances del gran fenómeno de la globalización. Y es que en esta era de los grandes ecosistemas digitales que son alimentados por una amplia gama de tecnologías exponenciales, las coberturas de información envuelven al planeta, las distancias euclideanas desaparecen y los tiempos se achican de manera sorprendente.

Esto implica que lo que sucede en un lugar se puede saber simultáneamente en muchos otros lugares del mundo y que el potencial de propagación de todo tipo de fenómenos, tanto los que requieren de contactos físicos o presenciales, como los que no, se haya incrementado sustancialmente.

En ese contexto enfrentamos hoy un par de fenómenos muy graves, aunque de naturaleza distinta, que ilustran muy bien ese potencial de propagación: la pandemia del coronavirus, y el florecimiento de regímenes autocráticos y populistas que han llegado al poder por la vía de la democracia electoral. 

Ambos fenómenos han crecido rápidamente gracias a la existencia de poderosos mecanismos de propagación. En el primero de los casos se trata de procesos de transmisión que requieren de la presencia física, y en el segundo se trata de la teletransmisión de ideas, tácticas, experiencias y emociones.

La propagación de cada uno de los dos fenómenos se puede caracterizar haciendo uso de diversos indicadores. En el caso de la pandemia se utilizan cifras que consideran casos de contagios, hospitalizaciones, muertes y excesos de muertes, todos por unidad de tiempo, por millón de habitantes, o bien contabilizando a los acumulados de cada variable.

En cuanto a los regímenes autocráticos se han estado tomando como referencia las acciones que llevan a la polarización social; las que destruyen las instituciones; los ataques a la prensa, a la academia y a las organizaciones civiles; el desprecio por la ciencia; el sometimiento de los poderes legislativo y judicial; y el empoderamiento desproporcionado del ejército, por poner algunos ejemplos. 

Si se grafican las trayectorias de esos indicadores contra el tiempo, se cuenta con imágenes que ayudan a visualizar qué tan rápido crecen, se propagan y disminuyen ambos fenómenos.  Las gráficas también ayudan a visualizar si la existencia y adecuada aplicación de medidas de contención logran frenar de alguna manera sus avances, o bien si la dinámica propia de cada fenómeno hace que éstos se vayan difuminando. Cuando alguna de estas dos últimas cosas sucede, las curvas toman la ya muy difundida forma senoidal, que se asemeja a una ola.

Si ahora colocamos las curvas sobre la misma línea del tiempo, las olas de la pandemia aparecen con mayor frecuencia y duran menos que las olas que representan a las trayectorias de los indicadores de gestación de un régimen autocrático, pues los mecanismos propios de propagación son completamente distintos. Pero lo interesante, y altamente preocupante, es que en ambos casos los patrones se han ido repitiendo en diferentes países de maneras muy similares. 

Esto significa, por ejemplo, que la cuarta ola de covid-19 que azota actualmente a Europa está empezándose a formar en México, tal y como sucedió con las olas anteriores. Y que la muy incipiente ola de la variante ómicron nos llegará de igual manera, más temprano que tarde. 

En cuanto a la formación de un Estado autocrático, estamos apenas subiendo la pendiente de la curva, pero ya no estamos lejos de llegar a la cresta de la ola, lo que significaría llegar al punto al que ya han llegado países como Nicaragua, Venezuela, El Salvador, Honduras, Hungría, Polonia, Rusia y Bielorrusia, por mencionar algunos ejemplos. En los casos más graves la cresta deja de ser senoidal y toma forma de meseta.

A pesar de sus diferencias, los dos fenómenos mencionados en estas líneas tienen puntos en común, pues muchos de los factores que los caracterizan están relacionados. Por ejemplo, las deficiencias más graves en el manejo de la pandemia se dan de manera más frecuente y natural en regímenes autocráticos, en particular los de corte populista como el que tenemos México.

Observar el baile de las olas nos ayuda a visualizar los patrones que siguen los mecanismos de propagación de este tipo de fenómenos, lo cual debemos aprovechar para entender mejor lo que está pasando e ir definiendo las acciones que necesitamos para bajar la altura de estas crestas y reducir la duración de sus efectos.