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¿Diversificar la agenda?

Ocultar una crisis no la resuelve. | José Antonio Sosa Plata

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Escrito en OPINIÓN el

Frente a la ola de covid-19 ocasionada por la variante Delta, muchos gobiernos en el mundo optaron por cambiar las estrategias sanitarias y de comunicación que predominaron durante décadas. México no fue la excepción. La sugerencia de quedarse en casa dejó de tener la centralidad que tuvo el año pasado. Hoy, las prioridades están en la economía, la educación y el restablecimiento del humor social.

Las decisiones principales parecen estar en contra de lo que señalan los manuales de gestión de crisis más reconocidos, incluidos los elaborados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). La pandemia nos ha dado varias lecciones en materia de comunicación política y social. Por esta razón, se ha tenido que recurrir a varias acciones innovadoras –o que han representado un cambio de paradigma– en las tácticas más reconocidas.

El tremendo impacto que ha tenido en las sociedades, el largo periodo que nos ha acompañado y las crisis colaterales que el coronavirus ha provocado hicieron inviable e ineficaz mantener el tema en el centro de las agendas públicas nacionales. El tema está casi siempre en un lugar relevante de los medios y las redes sociales, pero dejó de tener la atención, los tiempos y espacios que se le concedió durante las dos olas anteriores.

Por si no lo leíste: Los no vacunados, la "piedrita" en el zapato para frenar a la pandemia.

Hasta ahora, la decisión parece razonable en función de los objetivos. La Presidencia de la República actuó en consecuencia. Pero no solo para desviar la atención y bajarle la presión a una agenda que requería la mayor atención posible, sino para ocultar algunos errores importantes que se han cometido durante el difícil proceso que estamos viviendo. Aún más. El énfasis lo puso en la apertura de algunos frentes de conflicto con diversas instituciones y actores políticos.

La estrategia es muy interesante. Desde hace varias décadas, el Poder Ejecutivo no imponía la agenda en los términos que hoy lo está logrando el presidente Andrés Manuel López Obrador. Las conferencias mañaneras se han convertido en el detonante de muchas de las noticias más destacadas, no obstante el formato sui géneris que la ha caracterizado y el desgaste que por varios momentos ha enfrentado en distintos momentos. Sin duda, los mecanismos de control que tuvieron durante la segunda mitad del siglo pasado fueron reemplazados por otros tanto o más efectivos.

Te recomendamos: Gloria Leticia Díaz. "Las mañaneras, imposición de agenda de AMLO, incluso sacrificando la verdad: Artículo 19". Revista Proceso, 23 Marzo 2021.

Uno de los grandes retos de la consultoría en comunicación política es el manejo de la agenda a partir de objetivos claros y precisos. La razón es muy sencilla: el poder necesita influir de manera decisiva en los temas y prioridades de la sociedad, de los medios de comunicación y hoy también de las redes sociales. La gente tiene que reconocer las prioridades de sus gobiernos y los gobiernos tienen que influir en los pensamientos de sus gobernados.

Imponer agenda es fundamental, pero controlarla requiere de mucha experiencia y enormes habilidades. Lo es para el poder político y económico. Lo es para los medios de comunicación. Por eso, quien controla la agenda pública tiene mayores posibilidades de mantenerse en el poder, aunque esto no se traduzca en mayor confianza y credibilidad. De ahí la importancia que representa alinear las necesidades y expectativas de la sociedad con los intereses que siempre tienen los grupos de poder. 

Te puede interesar: Manuel Tamayo y Ernesto Carrillo. "La formación de la agenda pública”. Foro Internacional XLV. Número 4, Octubre-Diciembre 2005, El Colegio de México, pp. 658-681

Aunque para algunos no lo parezca, dicha alineación es posible. Aún más. Se vale recurrir al conflicto o resaltar los que ya existen. Se vale crear noticias para llamar la atención en situaciones complejas o difíciles. Se vale abrir demasiados frentes, siempre y cuando se logre mantenerlos bajo control y con bajos niveles de riesgo. Se vale utilizar desviadores momentáneos de la agenda.  

Lo que no se vale es mentir sobre las situaciones de crisis que se están gestionando. Tampoco minimizarlas. Mucho menos desinformar a la población, o dejar de asumir la responsabilidad sobre los errores cometidos. Imponer y mantener el control de la agenda puede dar buenos resultados en el corto plazo. Pero cuando está basada en noticias falsas o en la evasión de la responsabilidad puede tener las peores consecuencias, tarde o temprano.

Lee más: Guillermo Sesma. "Perder el año o perder la vida". Opinión La Silla Rota, 16 Agosto 2021.

En la gestión de una crisis, la saturación, la desinformación y las noticias falsas representan algunos de sus obstáculos principales. El efecto natural de cualquiera de éstas es la desconfianza y el escepticismo ante las instituciones y sus líderes. Ejemplo de ello es que mucha gente se niega a aceptar la existencia del coronavirus o no está consciente del grave daño que le puede causar.

Es cierto que el confinamiento y las restricciones llegan a cansar, desesperar o irritar. Sin embargo, el liderazgo responsable implica hacer frente al escenario multicrisis que provocó la pandemia. Estamos enmedio de un proceso nuevo de aprendizaje, en todos los niveles, pues no se había experimentado un escenario tan complejo como el que se está viviendo a nivel global. Hemos tenido que experimentar y asimilar otras lecciones del método ensayo-error, pero no están dadas las condiciones para cometer otros errores de gran magnitud. Los costos serían inaceptables.

Entérate: La desconfianza en los gobiernos, la condición preexistente de América Latina en la crisis del COVID-19. Noticias ONU, 18 Noviembre 2020.

Ocultar una crisis no la resuelve. Mucho menos cuando se evade o posterga en forma premeditada cuando no se tiene la capacidad para frenarla. En cualquier caso, es imperativo que existan límites. Y no solo me refiero a los que establece la Ley en materia de comunicación social, sino a los que surjan de un código de Ética personal e institucional bien fundamentado. Solo así se podrá mantener la legitimidad y el respaldo mayoritario de la gente. 

Está demostrado que diversificar la agenda en los tiempos del covid puede funcionar para el cumplimento de algunos objetivos, como bajar los niveles de tensión de las sociedades o disponer de tiempo para que los gobiernos encuentren las mejores soluciones. Lo que no se puede olvidar es que la confianza se construye a partir de resultados concretos. Los distractores o desviadores de agenda funcionan, ciertamente. Pero no hay que dejar de cumplirle a la sociedad. 

En otras palabras, no hay que abusar porque se pone en riesgo la gobernabilidad.

Recomendación editorial: Marta Bárbara Ochman Ikanowics y Jesús Cantú Escalante. Cómo consolidar la democracia en los tiempos del desencanto. Una aproximación desde las competencias ciudadanas. México: Tecnológico de Monterrey, Escuela de Gobierno y Transformación Pública, Editorial Colofón, 2018.