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Los otros hermanos Arellano y su presunta red de lavado de dinero

Comparten apellido con la longeva familia criminal ligada al Cártel de Tijuana y tienen su propia red de lavado de dinero

Escrito en NACIÓN el

Son Arellano y también son hermanos, esto provoca recordar a los caídos líderes del Cártel de Tijuana: los Arellano Félix. Sin embargo, nada tienen que ver con ellos, solo algo los conecta, tener negocios turbios. 

Se trata de Juan José y Erick Arellano Hernández, un par de sinaloenses que -según una investigación de Río Doce y Quinto Elemento Lab- tienen una presunta red de lavado de dinero. 

Los hermanos Arellano Hernández encabezan Grupo Arhe, un conglomerado de más de 100 empresas tan diversas como casas de cambio, consultorías financieras y contables, hoteles, gasolineras, inmobiliarias, constructoras, arrendadoras de autos, seguridad privada y equipos profesionales de beisbol y basquetbol, entre muchas otras.

De acuerdo con la investigación firmada por Miriam Ramírez y Andrés Villarreal, varias de este centenar de empresas no están respaldadas por actividad lícita alguna y solo existen en el papel, lo que les ha costado investigaciones de la Unidad de Inteligencia Financiera (UIF) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).

Las sospechas de la UIF han sido tales que, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto, congelaron las cuentas bancarias de los hermanos Arellano Hernández y las de 81 de sus empresas. El órgano de la SHCP consideró entonces que las empresas servían para encubrir el blanqueo de capitales de actividades ilícitas.

La investigación de Río Doce y Quinto Elemento Lab señala que en seis años, las empresas de los hermanos ingresaron al sistema financiero nacional al menos mil 700 millones de pesos sin que se tuviera certeza del origen y destino de los mismos. Las sospechas incrementaron al detallar que más de la mitad de las operaciones se realizaron en efectivo.

EL INICIO DE LAS SOSPECHAS

Las sospechas contra los hermanos Arellano Hernández, relata la investigación, comenzaron en 2015, cuando la UIF detectó transacciones inusuales por 880 millones de pesos en su empresa Administradora Financiera Integral SC, de las cuales más de 500 millones de pesos fueron en efectivo. 

La UIF comenzó investigando a una empresa y a siete personas, pero se extendió a 81 empresas y 35 personas. Así, el órgano de la SHCP realizó un informe de 500 páginas en el que desmenuza el sistema en la que ingresaron cantidades millonarias al sistema bancario, escondieron su origen y lo dispersaron para ocultar también su destino final.

La UIF detectó el modus operandi. Primero, la triangulación injustificada de recursos entre las empresas de Grupo Ahre, pues no se identifica cuál es la relación comercial o de negocios entre las entidades proveedoras y receptoras de los recursos

También coincidencias en las empresas de Grupo Ahre entre accionistas, representantes legales y domicilios. Por ejemplo, en un solo domicilio se registraron al menos 13 empresas dedicadas a actividades económicas totalmente distintas. La investigación de la UIF encontró además una “falta de permanencia” de los recursos en las cuentas.

“Un día llega un depósito a una cuenta bancaria de una sociedad anónima. De ahí, salta a otra cuenta de la misma empresa; luego, se transfiere total o parcialmente a otra cuenta de otra empresa relacionada, misma que algunas veces incluso regresa el dinero a la cuenta de donde partió días o semanas atrás”, explican Río Doce y Quinto Elemento Lab.

Aunque se trata de movimientos sin sentido, si hay una lógica clara para la UIF: confundir y ocultar las rutas del dinero.


La UIF concluyó entonces que entre mayo de 2010 y abril de 2016 las empresas del Grupo Arhe habían introducido al sistema financiero unos mil 723 millones de pesos, cuyo origen y destino reales no se tenía certeza alguna.

Los hermanos Arellano Hernández, entonces, jugaron a la defensiva a través de la solicitud de amparos para defenderse del bloqueo de cuentas en procesos que si bien no eran mencionados ellos, sí lo eran sus empresas y representantes legales.

Aún así, en junio del 2016, el entonces titular de la UIF, Alberto Bazbaz Sacal, consiguió que se bloquearan las cuentas bancarias de 116 personas físicas y morales relacionadas con los negocios de los hermanos Arellano Hernández, incluidos ellos. 

Por consecuencia, se presentó una denuncia a la entonces Procuraduría General de la República (PGR) por lavado de dinero. Pero no se supo más. En aquel entonces la titular de la PGR era Arely Gómez. 

El 11 de junio de 2018, al final del sexenio de Peña Nieto, las cuentas de los Arellano Hernández fueron descongeladas, al igual que la de líderes del Cártel de Sinaloa como Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”; Ismael Zambada García, “El Mayo”; Rafael Caro Quintero, “El narco de narcos”; y Juan José Esparragoza, “El Azul”. 

Aún así, los hermanos Arellano Hernández siguen bajo la mira, ahora del Servicio de Administración Tributaria (SAT), el cual se encuentran en proceso de armar una denuncia por defraudación fiscal equiparada a delincuencia organizada, señala la investigación. 

A la fecha, el SAT ya ha boletinado a 23 empresas de los hermanos Arellano Hernández como “factureas”, es decir, que expiden comprobantes fiscales de operaciones simuladas, inexistentes o ficticias. Además, el SAT ya les ha embargado terrenos y 10 marcas comerciales para tratar de recuperar adeudos fiscales por más de 220 millones de pesos.

UN IMPERIO DE LA NADA

La investigación de Río Doce y Quinto Elemento Lab aseguran que Grupo Arhe se convirtió en un imperio de la nada encabezado por los hermanos Arellano Hernández, su madre, las esposas de ambos y un círculo muy cercano de socios o prestanombres.

“Sin antecedente empresarial alguno, a los hermanos Arellano Hernández sólo les tomó 12 años construir prácticamente de la nada un consorcio mayoritariamente de papel conformado por una centena de sociedades mercantiles”, explican.

Aunque arrancaron con un despacho de consultoría fiscal y contable, entre 2005 y 2017, desarrollaron múltiples áreas de negocios en distintos sectores.

Desde un principio eligieron Mazatlán como su principal centro de negocios, en un edificio, localizado en Sierra Rumorosa 321, Lomas de Mazatlán, en el que registraron el domicilio fiscal de unas 50 sociedades mercantiles de todo tipo. Entre ellas, claro, presuntas empresas fachada.  

Pero extendieron sus tentáculos a ciudades como Tijuana, en Baja California; Mérida, en Yucatán; Torreón, en Coahuila; y también al extranjero como Estados Unidos y Panamá. 

Pasaron de tener una pizzería, taller mecánico y otro textil, una tienda de artículos deportivos, hasta un colegio de educación básica, a apoderarse de constructoras con renta de maquinaria, procesadoras de concreto, de paquetería y mensajería incluso fraccionamientos.

Actualmente su diversificación es demasiado amplia: un portal de noticias, una planta de atún, gasolineras con tiendas de autoservicio, hoteles, arrendamiento de autos, una escuela de béisbol infantil y dos equipos profesionales de béisbol.

 

rgg