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El Marro: La fe de un asesino

El jefe huachicolero José Antonio Yepez, 'El Marro', es muy religioso y tiene una capilla en la puerta de su casa

Escrito en GUANAJUATO el

Afuera de la casa de El Marro, hay una capilla de la Virgen de Guadalupe. Es casi un templo. Una finca de 6 pilares, con una cúpula en la parte superior y un Cristo de cantera en lo alto. El piso es tipo mármol. El candil, de cristal. Es un centro de oración y culto religioso, construido afuera de la casa del asesino más despiadado y peligroso del triángulo del huachicol. Un altar de Dios en la casa del mal.

Esta es la capilla afuera de la casa de El Marro. 

“El Marro es muy religioso, parece un miembro de El Yunque”, dijo un investigador guanajuatense que conoce su historia y que ha seguido el caso de Santa Rosa de Lima, en Guanajuato.

El pueblo es muy religioso. Aquí no existe la Santa Muerte. José Antonio Yépez, El Marro, no cree en esos cultos oscuros y torcidos de los delincuentes mexicanos. Su devoción es por Jesucristo, San Judas Tadeo y La Virgen de Guadalupe, según comentan los vecinos.

La capilla de la Virgen Morena, tiene un mantenimiento impecable. Es muy limpia y confortable. Está cubierta de vidrios en sus cinco lados, por donde se aprecian varios ramos de flores. Los empleados se encargan de que siempre haya flores.

En la entrada de Santa Rosa de Lima, hay otro altar a la Virgen de Guadalupe. Es una construcción verde, en un espacio público, con un pequeño altar de la morenita. Ahí, en la capilla, siempre hay policías de las Fuerzas de Seguridad Pública del Estado y la Marina. En la capilla, hay una frase que dice: “Acaso no estoy yo aquí que soy tu Madre”.

Otro altar en el Pueblo.

En el pueblo, hay varias referencias religiosas. Una carnicería lleva el nombre de La Guadalupana. Un peluquería se llama San Judas Tadeo. Y hay varios centros de oración de San Judas Tadeo, el santo patrón de las causas perdidas y los casos desesperados.

Los habitantes del pueblo conviven con referencias religiosas. 

En este pueblo conviven, el bien y el mal. Se mezclan. Se confunden. Se pierden. En una pared de la comunidad, por ejemplo, hay un mosaico de la Virgen Morena y encima está pegado un letrero que busca a un desaparecido. Así dice el letrero: “Se busca. Su nombre es Juan Carlos Cervantes. Se le pide su ayuda para localizarlo, está desaparecido si alguien sabe algo o lo ha visto, se les agradecerá enormemente comunicarse a los teléfonos…”.

El cártel de El Marro es el principal generador de violencia en Guanajuato. En el 2017, el Sistema Nacional de Seguridad Pública reportó 2 mil 241 asesinatos en el Estado. En el 2018 la cifra de muertos fue de 3 mil 412 en la región, y según las autoridades estatales el 80 por ciento de los homicidios están relacionados con la guerra del huachicol y el narco: la guerra de El Marro.

Junto a la virgen una víctima del crimen e inseguridad.

La religiosidad de Santa Rosa de Lima, por lo mismo, es desconcertante. Por un lado, hay devoción y fe, pero por otro lado hay muerte y dolor. Por una calle, hay oración a San Judas Tadeo, pero por otra calle hay muertos y secuestros. La devoción a Dios y al Diablo en un mismo lugar. José Antonio Yépez, El Marro, es un católico creyente, religioso, apostólico y romano. Pero José Antonio Yépez, también es un asesino, criminal, ladrón, secuestrador y delincuente. El bien y el mal en una misma persona. La extraña fe de un asesino llamado El Marro.