El ver a las mujeres paradas en las esquinas del barrio de la Merced, se ha convertido en una escena normalizada. Sin embargo, detrás de cada una de ellas hay una historia de abuso y violencia.

Muchas de las mujeres que son víctimas de este sistema prostitucional creen que están trabajando y no  que están siendo explotadas. 

“Aquí valdría la pena preguntarnos qué es un trabajo, ¿vender drogas? Es falaz creer que estas mujeres tendrán derechos laborales, este modelo sólo naturaliza y legitima el sistema de esclavitud y explotación sexual”, dijo en entrevista para La Cadera de Eva, Mónica Soto, activista y abolicionista.

 “Queremos que ellas se den cuenta que no es normal que vivan violencia con sus parejas sentimentales, ya que el sólo hecho de ‘pedirles’ y consentir que se prostituyan, es ejercer violencia. También experimentan violencia con los consumidores de sexo (clientes) quienes al pagar creen que pueden sobrepasar los mismos límites y condiciones que ponen las mujeres.  De igual manera, los hoteleros  se benefician económicamente con la actividad que ellas realizan. Los  transeúntes, hombres, les dirigen miradas lascivas y las  mujeres, miradas de desprecio, es algo que las incomoda bastante”, profundizó para La Cadera de Eva, Aurea Rendón, coordinadora de El Centro Madre Antonia localizado en la Merced.

Lee: La prostitución la esclavitud de las mujeres

“Queremos que las mujeres en situación de prostitución tengan opciones de salida”

 El Centro Madre Antonia es dirigido por las Hermanas Oblatas del Santísimo Redentor   una congregación religiosa que apoya a las mujeres que están en situación de prostitución, cuenta con un equipo de trabajo multidisciplinario y  también pertenecen al movimiento abolicionista.

De entre los servicios que proporciona el Centro Madre Antonia a las mujeres, se encuentran: educación donde dan clases a las mujeres que no hayan terminado su formación básica; charlas sobre salud, derechos humanos, temas legales de interés de las mujeres y autoestima; atención psicológica por cita; capacitación sobre medicina natural, repostería y cocina; citas médicas y análisis clínicos; gestoría en asesoría legal, seguimiento de casos y trámite de documentos. También se ofrecen servicios en el aspecto espiritual como sanación con rosas e eucaristía mensual 

Varias mujeres se han beneficiado de estos servicios y algunas capacitaciones les han permitido crear sus propios productos para comercializar. Durante esta cuarentena, algunas de ellas están adquiriendo ingresos vendiendo los productos que aprendieron a hacer con sus vecinos.

Lee: Aumenta el número de trata en Tlaxcala en plena cuarentena  

La prostitución no es un trabajo, es un sistema de explotación

 Las actividades al interior del centro pararon durante esta cuarentena, pero siguen haciendo presencia en las calles. Por el momento solo se han repartido mensajes de apoyo emocional. 

 El abordaje hacia las mujeres debe ser con delicadeza, crear confianza y poco a poco, mostrarles alternativas diferentes a la prostitución.

Entender el contexto bajo el cual se desarrolla la prostitución puede abrir camino para detenerla.

Publicado por Centro Madre Antonia Oblatas México en Sábado, 13 de junio de 2020

La mayoría de las mujeres que están insertas en este sistema de explotación creen que la prostitución es un trabajo, “ellas dicen que están trabajando, sus parejas o padrotes refuerzan esta idea al decirles ‘mi amor te vas a ir a trabajar’, nos cuesta mucho que cambien ese vocabulario”, recalcó Rendón.

 En la labor que hacen en las calles, las integrantes del centro les llevan mensajes de temas diversos: salud, autoestima, violencia, familia, derechos humanos, etc.

Algunas veces hacen pequeñas dinámicas - ya cuando tienen más confianza-. En una de esas dinámicas expresaron sus deseos, como tener  su propia casa, estar más tiempo con sus hijos, e incluso, dejar la prostitución, compartió Aurea.

Publicado por Centro Madre Antonia Oblatas México en Miércoles, 17 de junio de 2020

Otras de las dinámicas que realizaron fue que escribieran qué era lo que más les gustaba cuando eran niñas y las integrantes del centro les hicieron una historieta a cada una según lo que narraban. Esta dinámica les gustó mucho, comentaban que pocas veces alguien genuinamente, se interesaba por su pasado.  En el mes de febrero se les pidió que escribieran las cosas que creían que tenían en común con otras mujeres en su misma situación, actividad que tuvo mucha aceptación; por ello se realizó otra donde se les pidió que le escribieran una cartita a otra compañera que no conocían. Estas fueron algunas de las cartas: 

“Nuestro objetivo es que las mujeres tomen sus propias decisiones, no sean engañadas por los proxenetas”, dijo la coordinadora del centro.

La mayoría de las mujeres que pertenecen a este sistema de explotación consideran que están trabajando, algunas de ellas creen que no tienen un padrote, porque éstos figuran como sus parejas y las hacen creer que son las únicas.

A nivel mundial, 71% de las víctimas de la trata  son mujeres y niñas, y 3 de cada 4 de ellas son utilizadas para la explotación sexual.

Lee: Prostitución en Tlalpan, sin opción para temerle al coronavirus

De acuerdo con la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), en el Diagnóstico sobre la Situación de la Trata de Personas en México 2019 , el organismo señaló que de junio de 2012 a julio de 2017 se registraron 5,245 víctimas de trata en el país. El 55% de las denuncias se concentró en esos cinco estados: Baja California, Estado de México, Oaxaca, Chiapas y Ciudad de México.

El Diagnóstico precisa que en 244 averiguaciones previas se identificó que el presunto responsable tenía un parentesco con la víctima, en otras 127 indagatorias se detectó la participación de la delincuencia organizada, y en 80 más se señaló a servidores públicos.

 Al desagregar las cifras por sexo, el organismo nacional confirma que mujeres y niñas representan 95% de las víctimas de delitos en materia de trata de personas en el ámbito sexual.

Respecto de la nacionalidad de las víctimas, 84% es mexicano, pero también se detectó a cerca de 200 personas originarias de Centroamérica y Sudamérica, y a 43 de Europa.