El temblor del 19 de septiembre sacudió al pueblo de Huejotengo, comunidad del municipio de Ocuituco en el estado de Morelos, no solo derrumbó las casas sino también los usos y costumbres del pueblo. Las mujeres se replantearon de lo que son capaces de hacer.

“Tuvimos que dividirnos las actividades, los hombres tuvieron que irse al campo a cuidar los sembradíos o a otros pueblos a buscar trabajo. Nosotras en la casa”, comentó Yeni Lara, para el portal WikiTribune en Español. Pero no podrían quedarse estáticas al ver sus casas derrumbadas, ni las de los vecinos.

Alrededor del 30 % de las casas de la comunidad de Huejotengo se destruyeron y 70% tuvieron afectaciones.

“Cuando empezamos a organizarnos nuestra seguridad se vio afectada. Hemos sido agredidas con insultos, gritos y chismes por un grupo de hombres. Incluso una de las compañeras fue golpeada por su esposo. Empezamos 15 compañeras, ahora somos ocho, una se salió por enfermedad y las otras dos porque sus esposso no les dieron permiso”, comentó Yeni.

Pero la tarea para las mujeres de Huejotengo, comunidad del municipio de Ocuituco en el estado de Morelos, no fue fácil. Al llegar a la casa de materiales las preguntas respecto “¿cuánto cemento, qué gramaje?” las pusieron en jaque. “Nos hacían el trabajo más complicado, no sabíamos por dónde empezar”, comentó Lara.

Las mujeres decidieron buscar ayuda. Fue a través del colectivo Ayok, que se formó por estudiantes de la Universidad Iberoamericana, que las mujeres de Huejotengo lograron tener un financiamiento mediante Fondo Semillas, para capacitarse.

El conocimiento que adquirieron en los talleres les permitió que los hombres las escucharan y poder dirigir a los albañiles. “A raíz del sismo las mujeres tuvimos que despertar”, señala Lara ¿Por qué quién iba a construir nuestras casas si los hombres tenían que trabajar?

El trabajo colaborativo fue la clave

El trabajo en equipo permitió a las mujeres del “Sueño de Huejotengo” desmitificar el dicho “mujeres juntas ni difuntas”. Ellas creían que por ser mujeres no iban a poder cargar la mezcla ni el cemento, pero si se la dividían o la cargaban entre dos se dieron cuenta que si podían.

El colectivo “El sueño de Huejotengo” está formado por ocho mujeres, entre ellas Santa Solórzano, Yeni Lara, Judith Jiménez y otras mujeres quien formaron el grupo por necesidad para regresar un techo para sus familiares.

Yeni comentó que para invitar a las mujeres a los talleres que se imparten tienen que cambiar un poco la narrativa, decir que se dará un curso de curso de servilletas para que los esposos dejen ir a las mujeres.

La comunidad de Huejotengo, a las faldas del volcán Popocatépetl, aún se rige por sus usos y costumbres. Los hombres solo hablan con hombres, pero esto ha tenido que cambiar, a raíz de que las mujeres descubrieron que eran capaces de construir sus casas.

No solo buscan la construcción sino la armonización, mediante tinturas que ellas crean, como ya no podían construirlas con adobe, las pintaron color rojo para regresarles el amor y la originalidad a sus hogares.

djt