“No creas que criar una feminista consiste en obligarla a rechazar la feminidad. Feminismo y feminidad no se excluyen mutuamente”.

Una de mis palabras favoritas es feminismo. Esas nueve letras que la conforman representan la historia de nosotras, las mujeres que han luchado, las que están en plena pelea y las que vienen en camino dispuestas a seguir disrumpiendo el severo patriarcado.

Reconocerse como feminista no es fácil, hay muchas mujeres que en la práctica buscan un mundo equitativo y justo para todas, pero que niegan rotundamente todo nexo con el feminismo porque representa una amenaza: las locas de la familia, del clan, del grupo.

Una de las escritoras contemporáneas, que explica y define el feminismo de una manera amigable y profunda es Chimamanda Ngozi Adichie. Ella es originaria de Nigeria, y ante las connotaciones negativas de la palabra que nos ocupa, se define como una “feminista feliz africana que no odia a los hombres” y, además, se maquilla.

En diciembre de 2012, Chimamanda ofreció una conferencia TedxEuston, titulada Todos deberíamos ser feministas, donde cuenta cómo desde niña le frustraba que los niños tuvieran mayores privilegios. 

En la juventud, su mejor amigo le llamó por primera vez feminista y no fue un piropo, se dio cuenta que era algo así como ser terrorista.

Sin embargo, con el tiempo se dio cuenta que el mundo cambia, que la cultura la hacemos los seres humanos y está en nosotros construir un mundo mejor, es por eso que preparó su charla en torno al feminismo, reflexionando en el por qué todos tendríamos que formar parte de este movimiento.

La conferencia se hizo viral en YouTube, Chimamanda se ganó al público, seguro una que otra feminista salió del clóset y hoy día, ese ensayo lo puedes seguir revisando en línea, o bien, en un pequeño libro que editó Random House, para revisar sus planteamientos con más detenimiento,

Sin embargo, el texto donde mejor explica lo que es el feminismo en la actualidad, es Querida Ijeawele. Cómo educar en el feminismo. Se trata de una carta que le escribe a su mejor amiga, quien le pidió consejos sobre cómo educar a su hija bajo este concepto.

 

En dicha misiva, Chimamanda le hace quince sugerencias a Ijeawele partiendo de la siguiente premisa: “Yo importo. Importo igual. No ‘en caso de’. No ‘siempre y cuando’. Importo equitativamente y punto”.

Para empezar indica que la maternidad es maravillosa, pero no hay que definirse por ella, hay que ser personas plenas y trabajadoras, así que no hay que disculparse con los hijos por salir a ganarse la vida.

Trabajar en equipo con la pareja, si la hay, es responsabilidad de los dos la crianza. Aquí destaca que la equidad no es repartirse las tareas en partes iguales, “se sabe que hay equidad cuando hay ausencia de resentimiento”.

Enseñar que los roles de género son absurdos, no decir nunca que no se puede hacer tal o cual cosa solo porque son niñas. No encasillarlas en determinando color cuando hay todo un arcoíris para que vistan como mejor les plazca, por ejemplo.

Dejar claro que no hay feminismo light, se cree realmente en la equidad o no, nuestro bienestar va más allá del beneplácito y permiso masculino.

Leer, leer y leer, los libros enseñan a cuestionar, a expresarse, a entender el mundo.

Y algo que se debe cuestionar toda niña es el lenguaje, en él se encuentran depositados nuestros prejuicios y creencias. Las palabras importan, hay que elegir las adecuadas.

Que casarse no sea una aspiración, pues “un matrimonio puede ser feliz o desgraciado, pero no un logro”.

Rechazar la obligación de gustar, de agradar a los demás, ser buena, ser falsa. El trabajo de las mujeres no es ser deseable, es realizarse para ser personas sinceras.

La identidad es importante, que toda niña se sienta orgullosa de su cultura, pero que también reconozca y rechace las cosas negativas.

En cuanto a la apariencia, “feminismo y feminidad no se excluyen mutuamente”. Si a una chica le gusta el maquillaje y la moda, adelante; si es lo contrario, dejarla tranquila, lo que sí es importante es rodear a las niñas de una aldea de mujeres con cualidades valiosas, que las inspiren.

Hablar de sexo y emociones, en este rubro no permitir la palabra vergüenza. Y de la mano de la sexualidad, viene el amor, así que es importante tener el lenguaje adecuado para hablar de estos temas.

Las mujeres son igual de humanas que los hombres, por tanto, también se encontrarán con la maldad femenina porque moralmente no tendríamos que ser mejores que los hombres.

Enseñar a las chicas que sus principios no son universales, existe la diferencia. “La diferencia es la realidad de nuestro mundo. Y al enseñársela, estás equipándola para vivir en un mundo diverso”.

Lo mejor de esta carta es que no solo puede ser dirigida a una niña recién llegada a este mundo, aplica también para cualquier mujer que quiera educarse a partir de ahora en el feminismo y explorar más autoras, más feministas con diversas visiones que seguramente enriquecerán con ideas y nuevas formas de ver la vida..