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“Viví en las calles de Tijuana 4 años y comía basura”: la odisea de un migrante

Abad Soto narra los desafíos a los que se enfrentó durante 4 años alejado de su familia y viviendo como indigente en las calles de Tijuana

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Escrito en GUANAJUATO el

León.- Abad viajaba a Estados Unidos a trabajar, juntaba dinero y regresaba a Guanajuato. No contaba con documentos pero eso no fue problema hasta agosto de 2017 cuando fue detenido y encarcelado en California. Luego lo deportaron a Tijuana, solo con la ropa que llevaba puesta.

Hambriento y sucio, en Tijuana lo atropellaron, quedando con una pierna lastimada, pidió apoyo a policías municipales, quienes en respuesta le dijeron; “Escóndete, tú ya estás muerto”.

Cuatro años se alimentó de la basura y dormía donde le caía la noche. Hasta que un activista hondureño lo ayudó a regresar a casa.

ESTA ES LA HISTORIA: 

Los ojos claros de Abad se iluminan al recordar la odisea que lo marcó para toda la vida. Su mirada profunda está llena de experiencia, y también de los años de sufrimiento por no volver a casa. Con un semblante de tranquilidad y una sonrisa, relata las circunstancias que lo llevaron de ser un migrante de León a indigente en Tijuana, obligándose a sobrevivir comiendo de la basura.

Se llama Abad Soto Luna y hace pocos días cumplió 59 años rodeado de su familia. Vive en una casa verde de dos pisos situada hasta el fondo de una calle sin pavimentar llena de varias tiendas de abarrotes. Ahí, en un portón amplio y junto a una camioneta negra reside actualmente. A las orillas de Duarte, una comunidad de León con más de 7 mil habitantes.

“Viví 4 años en la calle, comía de la basura y pensaron que estaba muerto, pero no, estoy vivo y estoy feliz con mi mamá”, relata Abad en entrevista con La Silla Rota.

La señora María Trinidad Luna, mejor conocida en la comunidad como ‘Doña Fifí’ nunca perdió la esperanza de reencontrarse con su hijo. Hoy a sus 84 años vuelve a sentarse junto a él sin la angustia de desconocer su paradero.

Trasladarse a Estados Unidos era algo recurrente para Abad Luna desde muy joven. Había temporadas en las que iba y luego de algunos meses regresaba a casa. Su hermano mayor, Efrén, también viajaba constantemente a Estados Unidos y siempre se apoyaron mutuamente para trabajar y trasladarse. 

En las idas y vueltas al país vecino, Abad vivía en Santa Rosa, California, el primer sitio fijado como su hogar. Mientras que su hermano más grande, Efrén, vivía en Stockton, California. Abad trabajaba en ese lugar plantando uva, en los viñedos. Era la forma en la que sacaba ingresos para mantenerse en esa ciudad. Pero al poco tiempo tuvo que aprender un oficio: la albañilería.

“Trabajé por mi cuenta como un año o dos, hacía bardas y todo eso, me enseñé a hacerlo. Era pesado, pero lo hacía”, comenta.

Cambiar de trabajo era algo constante en la vida de Abad en su paso por territorio estadounidense. Pero esa rutina cambió repentinamente. Abad recuerda bien el mes y el año que marcó esta etapa en su vida: Agosto del 2017. Durante una de esas noches, mientras salía de un casino en California, policías de esa ciudad lo detuvieron.

Fueron dos meses los que Abad pasó encerrado en prisión. No contar con papeles que avalaran su estancia en ese país causó su encierro temporal. Luego de ese lapso, la Policía decidió dejarlo en libertad, pero en una ciudad diferente a la que nunca había llegado: Tijuana.

Abad no tuvo otra opción que vivir en las calles, pedir dinero y comida a los transeúntes era el camino más fácil que tenía en ese momento. Una rampa en la calle era un espacio que le aseguraban dormir una noche más a la intemperie, aunque con el temor de correr varios riesgos.

Mientras deambulaba por las calles de esa ciudad, la forma más segura de comer algo era buscar en la basura.

“La gente tira muchas cosas a la basura. Yo me hallaba comida, a veces bolsas llenas. Comí camarones, pollo congelado o a veces para cocinarlo, una vez agarré una bolsa llena de quesadillas”.

Las cosas se tornaron más complicadas en la vida de Abad, cuando en su paso por las calles de Tijuana fue atropellado por un coche. El impacto afectó severamente una de sus piernas lo que lo obligó a desplazarse por la vialidad arrastrándose.

Bajo esa condición pidió auxilio a los Policías de la ciudad, pero la respuesta dejó a Abad impactado: “Escóndete, tú ya estás muerto”, fue lo primero que le dijeron los uniformados al indigente.

Al mostrarles las condiciones por las que pasaba, uno de los oficiales lo cargó y lo llevó hasta el otro lado de la vialidad. A un sitio con menos exposición y donde fuera visto por pocas personas.

Para ese entonces Abad no era el mismo, ni por dentro ni por fuera. El cabello largo y una barba excedente hacían que luciera irreconocible y abonaban más a su status de indigente. 

UN ÁNGEL MIGRANTE SALVÓ SU VIDA

Freddy López, un activista hondureño que se dedica a ayudar a los migrantes o personas en situación de calle se encontró con Abad en su camino.

“Una semana después de lo de mi pierna, Freddy me encontró, me ayudó a llegar con la familia”, cuenta Abad.

El activista comenzó a hacerle preguntas a Abad sobre su familia y su lugar de origen. A la par comenzó a grabar e inmediatamente circuló los videos a través de las redes sociales con la esperanza de que algún familiar lo reconociera.

No pasaron muchos días cuando una de sus sobrinas comentó en la publicación de Freddy. La familia hizo contacto en Facebook y rápidamente se organizaron para tomar un vuelo a Tijuana y rescatar a Abad Soto Luna, luego de 20 años sin saber de él.

El 29 de mayo de este año circuló un video en Facebook en el que se le informa a Abad sobre su rescate.

Su hermana Mera o ‘Emerita’ como es apodada cariñosamente acudió a la ciudad del norte junto con una prima para encontrarse con su hermano.

El 30 de mayo, entre las calles de Tijuana se dio el reconfortante encuentro entre los hermanos. Las lágrimas y un abrazo fueron las que pusieron fin al sufrimiento de Abad mientras vivía como indigente en un lugar desconocido.  

ABAD VOLVIÓ A LA VIDA

Al primer momento en el que Abad regreso a casa, toda su familia se encargó de atenderlo. Recibió atención médica por su pierna y lo pusieron en una silla de ruedas para recuperarse. El cabello largo y la barba se fueron, y luce recuperado después de la desesperante experiencia de vivir en las calles en una ciudad desconocida.

A 5 meses de su regreso a casa, Abad ya dejó la silla de ruedas. A paso constante y con poca dificultad ya puede desplazarse de un lugar a otro por su propio pie.

Al interior de su casa hay un amplio terreno donde ya siembra frijol y chile. Una práctica que conoce a la perfección desde la primera vez que se fue a los Estados Unidos.

La señora María Trinidad abraza a Abad con toda la fuerza que le queda. Sus ojos se iluminan al ver nuevamente al segundo de sus hijos de vuelta a casa. La fe se convirtió en su mejor aliada durante los años de la búsqueda.

“Yo no perdía la esperanza, mucha gente me decía que estaba muerto, para mí no, yo tenía fe en la Santísima Virgen de Guadalupe y el señor de la Misericordia. Ellos me hicieron el Milagro. Mi hijo no está muerto, está vivo porque el señor no me ha dado ni una señal”.

Con una gran devoción, ‘la señora fifí’ persigna a su hijo, con la seguridad de que tendrá protección en todo momento. Así el amor de una madre que nunca se olvidó del rostro de uno de sus hijos hasta volverlo a ver junto a ella.

GUANAJUATENSES REPATRIADOS

Guanajuato tiene una población de total de 6 millones de habitantes. 20% de la población del estado es migrante internacional. De acuerdo con la Secretaría de Migrante en Guanajuato, de enero a septiembre de 2021, un total de 10 mil 162 personas migrantes guanajuatenses, fueron repatriados.

Del total, 9 mil 614 eran hombres y 548 mujeres, de acuerdo al reporte de Repatriación de Mexicanos de la Secretaría de Gobernación (Segob) de la Federación.

PROHÍBEN A CONDUCTORES DARLES AVENTÓN

El Instituto Nacional del Migrante detalla que con las modificaciones a la Ley de Extinción de Dominio, los choferes que trasladen indocumentados corren el riesgo de perder sus unidades, advirtió Roberto Díaz Ruiz, presidente de la Canacar en Aguascalientes.

Detalló que las sanciones ya fueron publicadas en el Diario Oficial de la Federación, por lo cual ya entraron en vigor. Ahora la legislación considera como un delito grave el traslado de indocumentados, ya no es un ilícito del fuero común, y las penas son de ocho a 16 años de prisión por tráfico de personas, además de la pérdida de la propiedad del vehículo.

RETORNO DE ESTADOS UNIDOS 123 MIL

De acuerdo con datos de la Secretaría de Migrante en Guanajuato, en 18 años cerca de 123 mil personas han regresado a la entidad tras su paso por Estados Unidos.

2000: unos 10 mil

2010: unos 70 mil

2015: unos 30 mil

2018: unos 13 mil

Perfil: masculino, en edad productiva de 20 a 39 años, poco escolarizado: entre 5 y 9 años; con inserción laboral del 67%

Problemas específicos de inserción laboral, escolar y social de la población retornada