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Violencia en Morelos mata sueños de joven promesa del futbol

Dieguito fue una de las ocho víctimas mortales del ataque contra los asistentes a un velorio en Cuernavaca; empresarios exigen a Cuauhtémoc Blanco que reaccione

Escrito en ESTADOS el

CUERNAVACA.- La tarde del 1 de septiembre, Diego Miranda, de 15 años de edad, acudió a su entrenamiento de fútbol como usualmente acostumbraba los lunes, miércoles y jueves. Nunca imaginó que esa sería la última vez que tocaría un balón, pisaría una cancha y estaría con sus compañeros de juego.

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Esa tarde, los 60 adolescentes y niños que forman parte de la fuerza juvenil del Centro de Formación “Gregorio Yáñez” (CFGY), conocido como equipo “Baxter”, cerraron la jornada con una reflexión motivada por el entrenador para cuidarse, evitar riesgos por la inseguridad que se vive en Morelos, enfocarse en disfrutar la vida de manera sana y luchar por sus sueños y objetivos.

Una semana atrás, Jairo Karim Martínez, jugador de Tercera División y ex integrante de “Baxter”, con apenas 20 años, perdió la vida en un accidente automovilístico.

Dieguito -como le decían cariñosamente- compartió a su entrenador Gregorio Yáñez que apenas un día atrás uno de sus amigos de la infancia había muerto, también en un accidente vial al impactarse en  su motocicleta en el Paso Exprés.

“Me dijo que un día atrás uno de sus amiguitos había muerto y se le notaba triste”, recuerda el entrenador.

Todos dejaron la cancha, situada en los Campos de Santo Domingo de la colonia Atlacomulco, del municipio de Jiutepec, con una sola idea en sus mentes: el compromiso con la vida, los estudios y el fútbol.

EL ATAQUE

Diego se despidió como siempre con la alegría y carisma que lo caracterizaba.

Se dirigió a la colonia “Antonio Barona”, situada a 13 kilómetros del Centro Histórico de Cuernavaca, una de las más violentas, que se ubica en rojo, de acuerdo a la semaforización de inseguridad de las autoridades locales.

Al llegar a su casa se bañó y cenó con su familia. Cuando terminó, anunció a sus padres que iría un rato al velorio de su amigo que se realizaba apenas a unos minutos de su casa. Como si presintiera algo, su padre, intentó detenerle.

Quizá porque conoce la zona y tiene presente que continuamente se registran balaceras, asesinatos, secuestros y hasta desapariciones, principalmente de mujeres jóvenes.

Ante la insistencia de Dieguito, Carlos –su hermano- se ofreció a acompañarlo para cuidarlo y regresar pronto. Caminaron hasta la calle Lázaro Cárdenas, donde decenas de personas asistían el velorio del joven de 16 años.

Al llegar Diego y Carlos se encontraron con Arturo Ocampo, uno de sus compañeros en el equipo “Baxter”. Apenas habían transcurrido unos minutos cuando se escucharon las primeras detonaciones.

Un grupo de hombres armados rafagueaban sin objetivo claro hacia dónde estaba la gente rezando. En segundos la vida de 22 personas dio un giro de 180 grados: cuatro personas murieron al instante y 18 más resultaron lesionadas, entre ellas Diego.

Como pudieron los sobrevivientes trasladaron a los lesionados al hospital. Un joven de 21 años perdió la vida antes de ingresar al nosocomio. Minutos después, tres personas más perdieron la vida en el hospital al que fueron trasladados.

Dieguito, no resistió. Esa misma noche murió en el Hospital Regional 1 del Seguro Social, ubicado a poco más de seis kilómetros del lugar de la masacre.

“Y se esfumaron sus sueños (los de Diego) y el futuro prometedor que tenía por delante”, comenta Gregorio Yáñez, su entrenador, tras revelar que estaba a unos pasos de pasar a un plano más profesional, pues algunos equipos de primera división estaban interesados en él para que llegara a sus fuerzas básicas.

JOVEN PROMESA

Las fuerzas básicas del Cruz Azul estaban interesadas en él y otros de sus compañeros, por lo que en noviembre próximo realizarían algunas pruebas.

Apenas unas semanas atrás, Diego había recibido la noticia de que había llegado una gran oportunidad.

“Se puso muy contento y se comprometió a prepararse para estar al 100 por ciento y listo para las pruebas. Me dijo ‘profe cuente conmigo, le voy a echar ganas’”, mencionó el instructor deportivo, quien se mostró totalmente consternado por el asesinato del joven.

Y compartió que Diego era muy querido por todos sus compañeros y por todos los adultos involucrados en el centro deportivo. Lo describe como “un niño sano, respetuoso, sencillo, protector, carismático y talentoso”.

Recuerda que el adolecente llegó al equipo de fútbol “Baxter” en 2016, cuando realizó pruebas de rendimiento. Con su capacidad, rapidez y pases largos, sedujo a los directivos por eso no dudaron en integrarlo al equipo.

Se convirtió en el mediocampista del “Baxter”.

Su liderazgo nato le permitió ser capitán del equipo en distintos torneos en los que obtuvieron tres campeonatos.

ARTURO, OTRA VÍCTIMA

En el centro deportivo invade la tristeza y la indignación puesto que dos de sus elementos no están, uno nunca más regresará a la cancha y el segundo, Arturo, se debate aun entre la vida y la muerte.

Arturo tiene 16 años de edad, es serio, tranquilo, respetuoso y también talentoso.

Este jueves, todos los integrantes del equipo acudieron al campo. Entrenaron solo una hora y la segunda hora la destinaron para pedir por la memoria de Diego y para pedir por la recuperación de Arturo.

Gregorio Yáñez lamentó que las autoridades del actual gobierno no estén a la altura de las necesidades del estado, pero sobretodo que no muestren un interés real por la niñez y por las juventudes, “sector al que le han quedado a deber mucho”.

Como entrenador ha visto pasar a varios jóvenes y adolescentes promesas importantes para el deporte, como Juan Francisco Sicilia (hijo de Javier Sicilia) y Diego, a quienes la  descomposición social, la omisión de las autoridades y el crimen organizado les han arrebatado sus sueños y toda una vida por delante.

El entrenador reprochó que las autoridades se limiten a responsabilizar al crimen organizado y criminalizar a las víctimas en lugar de hacer su trabajo.

“Exigimos justicia para Diego y para todas las víctimas de ese acto cobarde”.

Decenas de personas, entre ellos amigos y compañeritos de Diego, han manifestado en redes sociales su indignación y exigencia de justicia.

COLONIA VIOLENTA

La colonia Antonio Barona se ubica en el Polígono Dos del municipio de Cuernavaca, uno de los más afectados por la violencia en los últimos años.

En el último reporte del Consejo Ciudadano de Seguridad y Justicia de la Ciudad de México se observa que los delitos de alto impacto tienen un incremento en Morelos, tanto en el comparativo del periodo diciembre 2018-julio 2020, como en el de julio 2019-julio 2020.

Por ello, la entidad está entre las únicas cuatro de todo el país que reportan un aumento en los delitos de este tipo. Las otras tres son: Guanajuato, Sonora y Coahuila.

Por ser la capital, Cuernavaca concentra un alto porcentaje de esos hechos delictivos. Así ha sido en las últimas décadas.

QUE REACCIONE

Presidentes municipales y empresarios demandaron al gobernador Cuauhtémoc Blanco Bravo “que reaccione” de una vez por todas ante la violencia que vive la entidad.

En ese sentido, condenaron que el mandatario “no da la cara” y llamaron a cambiar la estrategia de seguridad, al considerar la actual como “fallida” y “fracasada”.

Por separado, el alcalde de Yautepec, el experredista Agustín Alonso Gutiérrez, quien ya había reclamado públicamente al gobernador su “incapacidad” para enfrentar al crimen, hizo un llamado a sus homólogos, a legisladores y “pueblo en general” a alzar la voz frente a los acontecimientos violentos de las últimas horas, que incluye el asesinado de dos mujeres, que fueron ejecutadas el lunes en la tarde en Cuautla.