Horacio y Adolfo López Trujillo decidieron hacer algo para aminorar su huella ecológica. Así que con un poco de creatividad y pintura comenzaron a crear figuras de animales con llantas de desecho.
Adolfo es dueño de la vulcanizadora y un día tomó la iniciativa de adoptar el camellón justo frente a su negocio. Parecería una pequeña acción, pero bien podría verse también como un gran ejemplo de responsabilidad social empresarial.
“Una llanta tarda más de 100 años en degradarse”, dice Horacio junto a su nueva obra aún en proceso: un oso polar. “Justo vi un documental en Discovery Channel sobre el calentamiento global y el impacto a estos animales, que ya están en peligro de extinción”, enfatiza con una clara conciencia ecológica pero también con la alegría de un joven creativo que decidió embellecer su colonia.
Adolfo es más risueño. Le dicen el Japo, Se sube a la moto que recién exponen hecha con cinco llantas de manera artesanal y cuenta que aunque no buscan el reconocimiento, la gente los felicita. “Esto es empezar por algo, de por sí ya ve cómo estamos”, explica sencillo el Japo y sentencia: “todo está en uno”. El camellón de los vulcanizadores ambientalistas está en la avenida Oxígeno y la calle Oro, en Valle de Señora y hoy también podría decirse que se ha convertido, aunque sin intención, en un lindo parque lineal.
Colocaron además un gran cartel en el que invitan a tener conciencia sobre el serio problema ambiental que padece el planeta.
“Hay dos formas de afrontar los problemas”, se lee en el esperanzador mensaje, “una es con humildad, reconociendo que todavía podemos seguir aprendiendo y la segunda es con fe”.
El sábado 24 fue celebrado en el mundo el Día Internacional contra el cambio climático y los hermanos López Trujillo, de alguna forma, están haciendo su parte para contra restarlo y además dan el pretexto para una sonrisa a los que pasan por su negocio.