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Un peluche le salva la vida a una niña en la explosión de Celaya

“Si no trae ese juguete, le deshace su carita”, relató la abuela de la menor de dos años que sobrevivió a la explosión de pirotecnia en el tianguis nocturno

Escrito en GUANAJUATO el

Lupita, mamá Lupita le dicen sus nietos, salió al tianguis nocturno del FOVISSSTE como hace a menudo los jueves cuando el sol comienza a caer. Iba por la verdura y la fruta de la semana. No a comprar pirotecnia, enfatiza porque ha vivido otra “explosión” de críticas injustas en redes sociales. 

Esta vez lo hizo un poco más temprano de lo normal para evitar aglomeraciones. La acompañaban sus tres nietos. Justo por eso llegó poco después de las seis. 

El horario habitual de este tianguis es de siete de la tarde a cerca de la una de la madrugada. Los comerciantes de este mercado sobre ruedas que se instala en las calles Ignacio Borunda y Manuel Orozco y Berra apenas comenzaban a llegar. 

La gente acude por productos comestibles pero todos saben que cuando se acerca el Día del Grito o el Día de la Virgen o la Navidad, se ofrece pirotecnia de manera ilegal. Mamá Lupita no iba a eso. De hecho la detesta. 

“Estoy en contra (…) porque yo también viví el -domingo negro- entonces mis hijos no se les ha educado a que compren cebollitas ni nada de eso”, enfatiza.

Lupita, mamá Lupita le dicen sus nietos, nunca pensó que minutos después estaría en el epicentro de un estruendo aterrador. Uno de los puestos del mercado vendía pirotecnia y la caja en donde la guardaban explotó justo frente a ella. Y frente a sus nietos. La venta es clandestina porque en Celaya está prohibida su comercialización desde aquella tragedia conocida como “el domingo negro” ocurrido el 26 de septiembre de 1999. 

Se encontraría en el tianguis nocturno con su hija. Por eso llevaba a los niños: dos muchachitos, uno de 11 años y el otro de 4 años; y su nieta, la más pequeña, de dos. Ella resultó con las más graves heridas. Tiene quemaduras de segundo grado en la nuca, los brazos y parte de las piernas. 

El resto de su cuerpo, asegura mamá Lupita, fue protegido por el peluche que llevaba abrazado. Una vaquita vestida de azul con otra vaquita estampada. Un juguete que seguro conservará para siempre. 

“Su pelo le estaba ardiendo (…) traía su juguete enfrente, que si no trae este peluche le deshace la carita por que era lo que traía ella abrazado”, relata aún como dice, “en automático” (….) “todavía estoy aturdida, porque llevaba a mis tres nietos, imagínese”, comenta visiblemente confundida.

La ropa de la niña y el relato de los hechos fueron expuestos en una entrevista concedida al portal de noticias Panorama Bajío. 

No supo qué detonó la chispa pero una cebollita llegó directo a la carriola de su nieta. Su ropa se comenzó a incendiar. Y la angustia del estruendo que inundó el lugar y la cabeza de mamá Lupita. “Era como si estuviéramos borrachos, aturdidos”, describe. 

“(…) a la niña le fue más mal porque todo comenzó abajo en el piso y como ella andaba en la carriola estaba mas abajo”, cuenta impactada pero agradecida de poder relatarlo.

Sus otros dos nietos tuvieron quemaduras en las rodillas y en las piernas de menor intensidad. 

El sonido fue de espanto. Confuso. No sabía si estaba en medio de una balacera. Pensó en que había explotado una granada. O un transformador eléctrico. Se trataba de una caja con fuegos artificiales. Mucha pólvora y una chispa que la hizo estallar. La señora del puesto en donde explotó la pirotecnia y una acompañante de ella, dice Lupita, sufrieron graves heridas. Una de ellas perderá una extremidad inferior. 

Las ambulancias y policías llegaron de inmediato al lugar. Todo fue muy rápido. Sus nietos lloraban entre las nubes y el olor a pólvora y ella trataba de mantenerse en pie. 

Minutos de terror que antecedían a otra “explosión” para la que tampoco estaba preparada: un linchamiento en redes sociales. 

Muchos usuarios de redes comenzaron a juzgar el hecho de haber llevado a sus nietos a este mercado. Y a doña Lupita le duele que no entiendan que ella no iba a buscar cebollitas ni cohetes, y que no tenía en dónde dejarlos. 

“Pediría que no juzguemos y no ocultemos a las personas que están haciendo eso (la venta clandestina de pirotecnia)”. “Estábamos viendo adornos de navidad, comprando verduras y esperando a mi hija”.

Mamá Lupita sigue aturdida y las redes sociales la aturden más. No entiende cómo alguien que no la conoce la pueda juzgarla así luego de sobrevivir a una tragedia.