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Temeraria celebración; la afición Fiera no se quedó en casa

Los festejos por el campeonato del Club León se extendieron hasta alta horas de la madrugada. Pese al llamado de festejar en casa, la ciudad lució abarrotada

Escrito en GUANAJUATO el

El Fercho, del sector Jerez, salió sin cubrebocas a celebrar. Con el torso desnudo, montado en la ventana trasera de un auto,  mostraba orgulloso el tatuaje que se hizo hace dos años con el escudo del Club León. 

"Lo llevo con orgullo en la piel, porque son más que colores", gritaba eufórico el Fercho, mientras se golpeaba el pecho en el tatuaje que se hizo para mostrar su amor por los esmeraldas. 

El Fercho fue uno de los miles de leoneses que no atendieron las medidas sanitarias mínimas que diversas autoridades de salud pidieron seguir de manera especial la noche de ayer, cuando el cuadro esmeralda se hizo de su octavo campeonato. 

La madrugada fue larga y miles de fanáticos esmeraldas durmieron poco; los festejos se prolongaron más allá de las 3 de la mañana cuando todavía se escuchaban las bocinas de los autos y los gritos eufóricos de la afición que no se quedó en casa. 

Fue complicado contener a los aficionados que con el silbatazo del árbitro decidieron acompañar a su equipo en las calles.

"Hoy no hay Covid, hoy puro León", gritó emocionada, pero muy equivocada también, una aficionada esmeralda que festejaba junto a sus hijos la octava.

Cerca de la media noche, sobre el bulevar López Mateos, los dos autobuses de los esmeradas salieron por la artería central y, por la ventanilla superior del autobús compartieron un poco de la gloria, mostrando la copa algunos de los jugadores campeones del Guardianes 2020. 

Nadie recordó, al menos por una noche, la alta tasa de transmisión del virus que hay en la ciudad. Abrazados, gritando, los aficionados no guardaron el protocolo mínimo ni las reglas que ha impuesto la nueva normalidad. 

Lo "biológicamente correcto" pasó a segundo plano en una noche en la que se durmió poco y al menos para un gran número de leoneses, la pandemia se detuvo, y la vida parecía volver a la normalidad, al tiempo en que todo era permitido, el agua volaba por los aires, y los abrazos era intensos, y la manos se estrechaban para celebrar.