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“Solo vimos al asesino una vez”: las 'roomies' de Ana Daniela dejan el 'depa'

Las dos chicas que compartían casa con Ana Daniela Vega comenzaron a sacar sus cosas. Salieron con ropa, zapatos y demás pertenencias. El segundo piso del edificio luce vacío. La ventana del cuarto de la víctima está abierta, pero ya no hay quién se asome por ahí

Escrito en GUANAJUATO el

En el callejón La linterna, en la colonia Noria Alta de Guanajuato capital está el departamento en el que vivía Ana Daniela, estudiante de la Universidad de Guanajuato. Es un condominio color azul rey, a la entrada hay unas escaleras para subir al segundo piso, lugar en donde dormía la joven irapuatense antes de ser asesinada.

La ventana tiene marcos desgastados color negro, cortinas rojas floreadas. A la entrada, hay un jardín con un pequeño pero frondoso árbol; las chicas que compartían el departamento con Ana Daniela decidieron mudarse.

Hoy, las dos amigas de la víctima salieron con sus pertenencias, llevaban su ropa y zapatos a un camión de mudanza. Las ''rommies'' platicaron a La Silla Rota que llevaban un año viviendo juntas, y que Ana Daniela se iba caminando a la escuela. También señalaron que ella trabajaba en una zapatería de la ciudad, en la Plaza Alaia, un nuevo centro comercial ubicado en Guanajuato.

Las amigas de Ana Daniela la describen como una chica alegre, inteligente y trabajadora, con un gran brío. Compartieron que Ana Daniela les contó sus planes de regresar pronto a Irapuato, la ciudad donde nació.

Por otro lado, una de las amigas de Ana Daniela contó que solo vio una vez, hace meses, a Jonathan Noé, el presunto asesino de la joven estudiante. Además, añadió que todos los viernes por las tardes las tres regresaban a sus ciudades de origen. Sin embargo, ese viernes, Ana Daniela no viajó a Irapuato.

Lo que las amigas no pudieron sacar fueron sus muebles, pues quedan al resguardo para la investigación por parte de las autoridades. Ana Daniela dormía al fondo del departamento, en uno de los tres cuatros. La ventana de su habitación, con los marcos desgastados y las cortinas rojas, está abierta, pero ya no hay quién se asome por ahí.