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“Se nos cayó la agenda, pero la pandemia nos obligó a transformarnos”

Miranda y Anuar son dos titiriteros que mudaron sus puestas en escena a un formato virtual. El trabajo de un artista es innovar, relatan a La Silla Rota

Escrito en GUANAJUATO el

Los títeres de Miranda y Anuar se quedaron guardados en el cajón cuando llegó la pandemia. Una agenda llena, puestas en escena, eventos presenciales y los aplausos del público se pausaron cuando el virus llegó a Guanajuato, en marzo del 2020.

La pareja de titiriteros relata a La Silla Rota cómo es ser artista y que significó innovar para no morir en el intento.

Miranda Giles es codirectora de la compañía Ojo Negro Títeres, fundada desde el 2012. Ella y su esposo Anuar Sesin han hecho mancuerna para sacar el proyecto adelante. Una titiritera y un cineasta que crean sus propios personajes, títeres hasta de un metro y medio forman parte de su colección.

En marzo del 2020, cuando el covid-19 estaba en China y en Europa, ellos lo veían lejos, sin saber que este llegaría al país y frenaría en seco sus proyectos.

“Nosotros teníamos toda una agenda, justo que terminaba todo el 2021, era nuestra agenda cultural (…) estaba bien cañón porque teníamos unos compromisos con una puesta escénica en sala y era la primera vez que nosotros íbamos a presentar nuestra muestra en teatro, ya no en las plazas, ya no en la calle”, cuenta Miranda Giles.

Anuar Sesin y Miranda Giles combinaron sus talentos en el cine y el teatro de títeres para echar a andar Ojo Negro Títeres (Foto: captura de videollamada)

Su esposo Anuar también lamentó el escenario que pasaron. No se explicaban que una producción “súper choncha” se quedara en casa, sin ser admirada por el público. Por su cabeza solo pasaba una pregunta: ¿Qué sigue? Su mente trabajaba en nuevas ideas que volarían a futuro, pero en ese preciso momento la crisis de no ir a escena les quitó el sueño.

“Estábamos muy emocionados porque íbamos a entrar por primera vez con los títeres y con la compañía (…) Traíamos una producción así súper choncha, con títeres de 1.20 (metros), enormes, grandísimos, bien bonitos, y toda la emoción y la recarga”.

Una convocatoria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca) para artistas dedicados a los niños, le abriría camino a la pareja. Tenían el ambicioso plan de presentar la obra ‘El Espantapájaros’ de la dramaturga Maribel Carrasco, en junio del 2020.

“Y justamente en marzo del año pasado salió una convocatoria del Fonca que se llamaba “Apoya a proyectos para niños y jóvenes” que era la primera emisión y como nunca habíamos concursado tampoco aplicamos para una coinversión por parte del Fonca y dieron los resultados y quedamos también beneficiados, ya veíamos todavía con más expectativa la situación de entrar a la sala con “El Espantapájaros”, la obra es de Maribel Carrasco y pues ella ya tiene una trayectoria impresionante, entonces ya tenía como un peso”.

A la par, la hija pequeña de los artistas dejó de ir al kínder, el mundo se paralizaba de a poco. Anuar recibió la noticia de que a partir del 17 de marzo ya no se presentaría a dar clases en la universidad Ibero León, donde compartía su formación en cine.  

“Ofelia deja de ir a la escuela, nosotros comenzamos a pensar: ¿Qué vamos a hacer?”, dice Miranda.

“Entra marzo y a mí en la Ibero me mandan a descansar, a partir del 17. Nos encerramos sin saber que iba pasar”.
 

La pareja tenía una lista de proyectos encima, por ejemplo, estaban incluidos en la Feria Nacional del Libro de León (Fenal). En la Feria del Libro de Guanajuato también. “De repente dijeron: la Fenal ya no se hace, tampoco la Filug, todo lo demás lo comenzaron a aplazar”, cuenta la titiritera.

“Teníamos giras, o sea teníamos una agenda considerable, y al final de cuentas se nos cayó todo”, relata Anuar echando un ojo al pasado.

Lo que era para ellos el año más ocupado se iba entre sus manos. Pero al mismo tiempo en su cabeza se generaban ideas para aterrizar y sobrevivir. Porque como asegura Miranda “justamente ese es el trabajo del artista: estar haciendo, estar innovando”. 

“Era un poquito incierto, decíamos: bueno, ahorita se cierra, más bien se incrementaba cada vez más (el encierro) y se hacía más pesado. Todos esos proyectos se quedaron en espera, no pensamos que el encierro durará tanto”

TRANSFORMARASE O MORIR

Para Miranda y Anuar solo había dos escenarios: transformar sus obras o esperar a que estas volvieran a ser presenciales. La primera alternativa fue la indicada para el par de creativos que nunca ha parado.

Pero ¿Qué hicieron para sobrevivir en ese momento? Ser “freelance” no es sencillo, dicen.  Y menos si no hay un “guardadito” económico que permita estirar los recursos. A esta pareja justo los salvó eso: “un cochinito”. De no ser así tendrían que vivir de otra cosa, como muchos de sus amigos que afrontaron la crisis vendiendo hamburguesas o alimentos. Que aunque ellos reconocen que no es malo, ellos no piensas en otra ocupación que no sea hacer obras con títeres.

Entre julio y agosto el Instituto Estatal de la Cultura (IEC) lanzó convocatorias para proyectos virtuales.  Ahí, entraron Miranda y Anuar. Era la hora de transformarse.

“Empezaron a salir las convocatorias (virtuales) y Miranda me dijo: sabes que, necesitamos empezar a buscar otros programas si no, no vamos a llegar. Y eso nos obligó a que como compañía nos transformáramos en otra cosa”, relata Anuar.

Ahora, las obras de los títeres tenían que ser grabadas desde su casa. “Dije: necesitamos adaptarlas para las puesta en cámara”, comenta Anuar.

Las puestas en escena se mudaron a escenografías pequeñas, hechas de papel especial, y a espacios pequeños aptos para salir a cuadro. Los títeres ya se tenían que ver en una pantalla, y no podían ser de un metro y medio de altura.  

“Primero hicimos las adaptaciones de las obras y después empezamos a hacer otro tipo de materiales pero ya hechos para la cámara, y ahí es donde está nuestra conversión de compañía”, cuenta el cineasta.

El hogar de la pareja se convirtió en un espacio creativo. En la sala hay escenografías, títeres, cámaras, luces, y mucha acción. Principalmente de madrugada, pues dicen que tienen que buscar horarios adecuados para que sus dos pequeños no los interrumpan.

Las puestas en escena ‘Día de Muertos’ y ‘Contramolinos’ los empujarían a un mundo digital. Ambas obras fueron presentadas en redes sociales y tuvieron buena aceptación de los internautas.  

“‘Día de Muertos’ y ‘Contramolinos’ -la historia de El Quijote con títeres de guante- fueron con las que pudimos empezar a tener recurso, porque no teníamos para nada (…) esas dos puestas escénicas fue lo que empezó a meterle gasolina a este motor, que también fueron mucho aprendizaje porque se tuvieron que adaptar para la cámara , así, para el público virtual”.

Una puesta de 45 minutos tuvo que ajustarse a 35 minutos. “Toda esa interacción con el público quedaba en el aire (…) es otro lenguaje totalmente”, cuenta Miranda.  

Anuar insiste en que la pandemia los obligó a transformarse.  Miranda lo complementa: “Justamente ese es el trabajo del artista: estar haciendo, estar innovando, no te puedes quedar veinte años con la misma puesta escénica, treinta. A nosotros no nos permite vivir, necesitamos hacer, crear”.