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Rosario sobrevivió una relación violenta; hoy apoya otras mujeres a salir de una

"Él me quería ‘disciplinar’ a golpes y cuando se iba a trabajar me encerraba", relata en entrevista la sobreviviente de León

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Escrito en GUANAJUATO el

León.-La violencia que viven las mujeres también es una pandemia, en México asesinan a diario a 10 mujeres, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y durante la emergencia sanitaria cada minuto se hicieron dos llamadas al 911. “Sobrevivir a la violencia de género” es una serie no periódica que busca reconocer el esfuerzo que hacen las mujeres por sobrevivir a todo aquello que como sociedad debemos reparar.

Para Rosario no es fácil volver a esos recuerdos. Actualmente tiene 43 años de edad y es sobreviviente de una relación donde su pareja era al mismo tiempo su agresor. Pasó de vivir entre golpes, maltrato y amenazas e incluso el hecho perder la custodia de su hijo, a ser una mujer resiliente que hoy contribuye al empoderamiento de otras mujeres víctimas de violencia.

En 2014 conoció a su pareja. Entonces un hombre atento, caballeroso y detallista. A los nueve meses de relación Rosario se embarazó y decidieron vivir juntos. Las rosas y detalles cambiaron entonces por agresión tras agresión, detalla en conversación con La Silla Rota.

“Él es trailero, algunas veces me llevaba a los viajes y en el camino me golpeaba con una franela mojada. Cuando me dejaba en casa le ponía cerrojo a la puerta. Me golpeaba si le respondía y también si me quedaba callada; me quería disciplinar a golpes. Gracias a Dios no terminé en una lápida”, detalla Rosario, quien tiene una cicatriz en el rostro, a raíz de un ataque de su ex pareja con un cuchillo.

Rosario no entendía al inicio que los insultos eran agresión y minimizó los ataques, pero conforme avanzó su embarazo, la violencia que ejercía su pareja sobre ella escaló.

Rosario, 42 años (Foto: La Silla Rota)

“Una vez que yo me embaracé y vivimos juntos empezó la imposición: ‘No te vistas así, no hables con fulano, no vayas con tu mamá, no te quieren’. Me empezó a descalificar hasta el punto donde yo me sentía nada, donde no me atrevía siquiera a pedir ayuda a mi familia.

“Para mí el maltrato era solamente que me golpearan. Yo no identificaba la violencia emocional que estaba viviendo cuando me quitaba el celular, me checaba mis cosas, incluso si salíamos a la calle me decía: ‘¿Quién es ese?’ Y llegando a la casa recibía golpes a puño cerrado”.

Cuando su ex pareja se iba a trabajar, incluso ponía candado a la puerta de la casa. Otras veces Rosario tenía que acompañarlo a sus viajes de trabajo contra su voluntad. Otro conflicto constante entre Rosario y su entonces pareja, era por celos excesivos de él. Incluso la llegó a amenazar con un cuchillo diciéndole que la iba a matar. “Recuerdo que me acusó de que yo estaba con su hermano, que es mentira. Con un cuchillo me rajó cerca del ojo mientras lanzaba su constante advertencia: El día en que te vea con tu amante te voy a matar, ya tengo el arma con la que te voy a dar en tu madre”.

“Él sabía que yo le tenía pánico. Al escuchar la camioneta cuando llegaba me angustiaba pensar cómo iba a venir, si la comida tenía sal o no, me aventaba el plato… Eran golpes, maltratos y humillaciones”.

Rosario vivía en un mundo oscuro, así lo describe. No tenía esperanzas. Su pareja la hizo sentir un grado máximo de inseguridad que pasaron meses para que se atreviera a desahogarse con su familia. En el 2015, ya en los últimos días de su embarazo, Rosario escapó tras una golpiza de su agresor.

“Solo llevaba una bolsa y corrí hasta donde lo permitió mi panza. Creí que me seguiría para matarme… Pero no fue así”.

Buscó refugio con su familia. Le dieron techo y comida pero estaba destrozada anímicamente y dos días antes de que naciera su bebé comenzó a drogarse a escondidas.

En diciembre del 2015 tras tener a su hijo, su pareja la buscó con “arrepentimiento” asegurándole que cambiaría.

Desde su negocio relata la violencia que vivió con el padre de su hijo (Foto: La Silla Rota)

PROMESA VACÍA

Con la debilidad de haber parido a su hijo, y la esperanza de que su pareja cambiaría, Rosario regresó a vivir con él. Nada cambió.

El bebé era muy pequeño cuando el hombre le pidió de nuevo a Rosario que lo acompañara a su viaje de trabajo. De León a Lagos, la golpeó otra vez con una franela mojada. También le molestaba el llanto de su propio hijo y le gritaba pidiendo que se callara, lo que hacía que el niño llorará más.

Se hizo costumbre que la trepara al camión con el niño y que la golpeara durante el trayecto.

“Me lleva de viaje en viaje, al final salía golpeada. Recuerdo que un día en la yarda donde estábamos me bajé queriendo que las personas me ayudaran, pero desgraciadamente no se meten en problemas”.

De nuevo, Rosario escapó de su casa con su hijo. Un mes estuvo fuera, pero él la busco y obligó a regresar. Una segunda ocasión aprovechó que le pidió ir a la tienda para huir y refugiarse en casa de su madre, pero entonces no se llevó al niño.

Horas después él llegó al lugar y le pidió que saliera, pero Rosario tenía temor de otra golpiza, así que le dijo a su hermana que le pidiera que le entregara al niño porque no quería verlo. Cuando salieron éste ya se había marchado con el niño. Ya no volvió.

Rosario pidió auxilio a policías municipales, quienes le aconsejaron levantar una denuncia. Le dijeron que ellos no podían hacer nada porque el niño estaba con su papá. Dos días después su ex esposo desapareció junto con el menor. Ya no estaban en León.

Un mes y medio después, el padre de su hijo interpuso una demanda para tomar la custodia del niño, argumentando que ella consumía drogas. Rosario perdió la custodia de su hijo, quien tenía entonces año y medio.

Hasta ahora, Rosario sigue en la lucha de recuperar a su hijo, actualmente de siete años. Lo ve dos veces a la semana, pero asegura que es lo peor que le ha pasado.

El argumento que el padre de su hijo dio ante un juez, fue que Rosario consumía drogas, pero no tuvo que probarlo, con la palabra y el testimonio de su madre bastó. La justicia estaba de su lado, la mujer acusa que en todo momento la re victimizaron, haciéndola sentir culpable de lo que había sucedido, sin cuestionar ni investigar la violencia que ella vivió al lado de su agresor.

“Para mí la resolución del Juez fue injusta porque todo el mes que mi hijo estuvo conmigo él no dio ni un peso, porque él no fue a decirme: cómo está mi hijo. El apoyo que me dio el juez solo fue: siga buscando ayuda, el apoyo fue solo motivarme. Tuve que ir a tocar puertas al apoyo a la mujer, a un centro de rehabilitación…”.

Lo que empezó con la venta de cubrebocas se convirtió en un negocio que poco a poco crece, cuenta Rosario (Foto: La Silla Rota)

La custodia terminó siendo para la abuela paterna porque su ex pareja también era adicto, pero finalmente vive con su padre y su nueva pareja. Rosario acepta que su hijo está pasando por un proceso difícil, pero las dos veces que lo ve a la semana, le entrega “tiempo de calidad”.

“Yo trato de tener ese contacto físico, darle amor, atención, tiempo de calidad, es lo único que puedo hacer por ahora, pero no me voy a conformar con esto, voy a seguir luchando. Nunca lo abandoné. No voy a renunciar a mi hijo jamás”.

“ENTENDÍ QUE MI VIDA TENÍA SENTIDO”

El dolor de perder la custodia temporal de su hijo se convirtió en motivo de reconstrucción y lucha.

“Cuando ya estaba debilitada, con la autoestima hasta los suelos, porque no le hallaba un sentido a mi vida ni viendo la sonrisa de mi hijo, toqué fondo. Tenía que trabajar en mí. Tuve que hacerme la pregunta correcta: ‘ya se fue tu hijo, ¿ahora por qué vas a luchar?’.

“Y entendí que mi vida tenía un sentido, que no podía dejar que mi hijo se diera cuenta y si hoy se da cuenta no me importa, porque al día de hoy no soy la misma persona. Mi problema no es una adicción. Creo que al día de hoy el luchar por mi hijo me ha dado la fortaleza para decir, claro que tengo que poder”.

Desde su negocio, en la colonia El Paisaje, Rosario revive su pasado como el de un capítulo  de una historia que aún no termina de escribir y que ya no tendrá el final que se veía venir al inicio.

A ocho años de vivir “ese infierno”, ella acepta que aún está en el proceso de sanación psicológica, mental y emocional. Tiene un negocio de playeras y gorras, también confecciona cubrebocas, trabajo que fue la vía para sustentarse y demostrarse a sí misma que su lucha está valiendo la pena.

“Hasta el día de hoy sigo en la lucha de recuperarme, ya aprendí cómo empieza y cómo termina el abuso. Tengo la oportunidad de una vida diferente, pero ha sido a base de buscar ayuda psicológica, psiquiátrica y esas herramientas que necesito. Entiendo ahora que si yo estoy bien, mi hijo va a estar bien.

 “Su idea (del padre) era quitarme la patria potestad, pero la Juez dio la custodia temporal mientras yo me recupero. Dije: voy a luchar, esa es una esperanza para mí y esa es la que me mantiene aquí. No porque soy mujer soy propiedad de nadie”.

DESPERTAR, NO PARAR

En 2016, a unos meses de perder la custodia de su hijo, Rosario buscó apoyo en el Instituto Municipal de la Mujer. La psicóloga y la abogada que estuvieron en su camino terapéutico resultaron “una luz” en su vida.

“Empecé a tomar una terapia grupal, a conocer el empoderamiento, las etapas de violencia. Empecé a despertar, fue ahí donde dije: no voy a parar. Porque no me conformo con esto, lo que he vivido tiene que valer la pena para mí, para mi hijo y para otras personas”.

Ahora otras mujeres se han acercado a Rosario para pedirle consejos y signos de alerta. Formó un grupo de WhatsApp para recibir los testimonios de mujeres violentadas y darles su apoyo y asesoramiento.

Con un pequeño negocio, Rosario intenta recuperarse tanto económicamente como emocionalmente (Foto: La Silla Rota)

Con la frente en alto, comparte a las mujeres las señales alerta que en su momento ella misma no detectó.

“Desde el momento en que te están queriendo manipular, haciéndote sentir culpable es porque hay algo ahí, se justifican a través de tus errores para tenerte sometida. A través de eso te debilitan y te vas sintiendo inferior y a ellos los ves superiores ¡Aguas!.

“Desde el momento en que te prohíben o controlan a quien visitar, con quien hablar, o que te agarran el celular, o que se burlan de ti, que incluso te quieran tocar a la fuerza, son alertas, tienen que ir identificando y pedir ayuda. Ningún hombre tiene el derecho a tocar tu cuerpo si tú no lo permites. (A veces) esto termina en una lápida, cuántos feminicidios hay al día de hoy”.

VIOLENCIA DE GÉNERO EN GUANAJUATO

De enero a diciembre del 2021, hay un registro oficial en Guanajuato de 30 casos que se investigan como feminicidio, de acuerdo con el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Celaya e Irapuato están entre los 100 municipios con más feminicidios en México, con 6 carpetas de investigación cada uno, en el lugar 33 y 34 de la lista.

En León, a través del Instituto Municipal de la Mujer se han abierto espacios para atender la violencia de género y en noviembre de 2021 se abrió una estancia temporal llamada Mujer a Salvo, ubicada atrás de la Presidencia Municipal, donde atienden casos de mujeres violentadas que pueden pasar la noche ahí en caso de enfrentar situaciones de acoso o violencia.

De noviembre de 2021 al 20 de febrero del 2022, 309 mujeres se han acercado a la estancia para solicitar asesoría principalmente por violencia en el ámbito familiar. 

Las colonias en las que comúnmente residen son: Las Hilamas, Balcones de Las Joyas, San Agustín, Anaya, San Pablo, Lomas de Guadalupe, Brisas del Campestre, Piletas, Lomas del Mirador, Vista Esmeralda y Villas de San Juan.