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¿Por qué Benedicto XVI prefirió León y no CDMX? leoneses reviven su visita

Llanto, gritos de euforia y aplausos inundaron Guanajuato; la venida de Benedicto XVI movilizó a más de 650 mil personas, un par de ellos narran el recuerdo

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Escrito en GUANAJUATO el

León siempre invitó al Papa Juan Pablo II y nunca vino, por eso cuando en el 2012 los leoneses recibieron la noticia de que Benedicto XVI estaría en su ciudad, además de emoción y orgullo surgió la pregunta ¿Por qué ahora sí?

Juan Pablo II tuvo 5 oportunidades para venir a Guanajuato, la primera en el ’79, la segunda en el ’90, la tercera en el ’93, la cuarta en el ’99 y la última en el 2002. Estuvo en Ciudad de México, Veracruz, Zacatecas, Monterrey, Chihuahua y Durango, entre otros, incluyendo San Juan de los Lagos (a solo una hora de Guanajuato) y todos esos años, los leoneses se quedaron deseando al menos que pasara en el papamóvil. 

Margarita saluda desde el escenario a sus amigos en la multitud. (Foto: Cortesía)

Fuentes de la Iglesia en México decían que había un impedimento político de parte de los gobiernos de esas fechas para que el Sumo Pontífice viniera a León y así, sin saber por qué, los guanajuatenses esperaron por años hasta Benedicto XVI. 

Por fin le tocó a León en 2012. A pesar de la emoción, la gente no pudo evitar preguntarse por qué después de tantos años un Papa los visitaba. En su momento, el Vaticano dijo que, debido a su enfermedad, Benedicto XVI no pudo ir a la CDMX, sin embargo, circularon varias versiones en torno a los motivos, una de ellas fue el arraigo religioso histórico de Guanajuato. 

Algunas autoridades eclesiásticas comentaron que el Papa escogió esta región por la defensa de la fe que sus habitantes llevaron a cabo durante la Guerra de los Cristeros.

La lucha histórica por la religión católica y su conservadurismo habrían puesto a Guanajuato en el mapa del Vaticano. Otro motivo que se comentó fue el interés por visitar el monumento a Cristo del Cerro del Cubilete.

Finalmente, y sin darle mucha importancia al motivo, la sociedad se preparó para su llegada. 

Así lo vivieron los leoneses

Margarita lo recuerda muy bien, las palabras no le alcanzan para definir lo que sintió y solo le alcanza con decir “es una emoción indescriptible, fue un sentimiento muy grande”.

Ella fue seleccionada por el padre Fidel, párroco de la iglesia de San Juan de los Lagos en León, junto con más mujeres católicas para asistir a los obispos de todo el mundo que vendrían a Guanajuato a acompañar al Papa. 

“Fue una capacitación muy intensa. Qué hacer, cómo. Qué hacer con los obispos, en qué consiste cada artículo de su vestimenta, cómo tratarlos, cómo conducirnos con ellos. Fue mucha emoción”, recuerda.

Mientras ellas se preparaban, las cámaras de comercio y turismo se alistaban para la derrama económica, los jóvenes estudiantes se organizaban con sus escuelas para la logística de las vallas humanas y en el Colegio Miraflores, las hermanas ya llevaban un año listas para la llegada del Pontífice. 

Miles de vidas e historias estaban a punto de vivir una experiencia única, cada uno desde su propia visión y mentalidad. 

El día de la misa

A las 9 de la mañana del 25 de marzo, Benedicto XVI abordó un helicóptero que lo esperaba en las canchas del Miraflores con destino a Silao. Antes de llegar sobrevoló el monumento a Cristo Rey en el Cerro del Cubilete. 

El horario y protocolo cuidadosamente planeado fue hecho a prueba de retrasos e inconvenientes, por eso minutos antes de las 10 de la mañana ya había aterrizado en Silao y caminaba al escenario donde iba a oficiar la misa en el Parque Bicentenario. Una multitud de personas ya lo esperaban. 

Una de ellas fue Margarita. Ella y sus compañeras tenían una de las labores más esenciales en este evento, fueron las encargadas de trasladar el cáliz que consagró el Papa y de donde bebió el vino, así como la patena que sostuvo para dar la comunión. La responsabilidad cayó en manos de 40 leonesas como ella.

Obispos y laicos se preparan antes de la misa para recibir al Papa. (Foto: Cortesía)

El accidente que puso a Margarita al lado del Papa en la misa

“Había un obispo extranjero retrasado y yo le estaba ayudando a entregarle su casullo y todo. Me fui vistiéndolo mientras él caminaba y sin darme cuenta yo ya estaba hasta el frente donde iba a estar el Papa”, comenta.

De pronto se encontró a sí misma en el escenario donde Benedicto XVI iba a dar la misa en unos minutos. Cerca de ella estaban los obispos y el coro; debajo, más de 650 mil personas (de acuerdo al libro Memoria Oficial de la Visita de Benedicto XVI) esperando el inicio de la celebración; y a un lado, la silla donde se iba a sentar el Papa. 

“Tuve la oportunidad de estar muy muy cerca. Logré sentir esa emoción al grado de que cuando estaba dando la misa se me salieron las lágrimas”, comenta conmovida.

Cuando acabó la celebración intentó acercarse al Papa, quería regalarle un rosario y una carta, pero, así como ella había mil personas más, incluido el candidato a presidente de México Enrique Peña Nieto y su esposa, la actriz Angélica Rivera. Los dos se habían sentado hasta el frente y caminaban tomados de la mano. Él vestido de traje y ella sin una sola gota de maquillaje, recuerda Mago.  Benedicto XVI se subió a su auto en cuestión de minutos. Detrás corrieron el mandatario y su esposa y, tras de ellos, una multitud de gente más. 

Paralelamente, mientras Margarita vivía su visita de esta forma, abajo, entre el mar de personas, Leo lo experimentaba a su manera. 

La casa de las hermanas del Colegio Miraflores fue el hogar del Papa por unos días. (Foto: Memoria Oficial de la Visita de Benedicto XVI )

“Tenerlo cerca te ponía la piel chinita”

Leo tiene 27 años, y hoy, en su adultez, aún recuerda los 17 años que vivió en presencia del representante de Dios en la tierra para los católicos. 

Salió desde León la madrugada del domingo para llegar al Parque Bicentenario con su familia y, como él, miles más hicieron lo mismo. Unos llegaron a pie, otros en autobuses y unos más en carro. 

“De verdad fue todo un movimiento de masas. Desde ahí ya se sentía mucha emoción y también algo de prisa por ser las primeras personas en llegar y tener el mejor lugar. Eso también dio cierta tensión en el ambiente”, recuerda.

Benedicto XVI bendice a cientos de miles de personas. (Foto:  Memoria Oficial de la Visita de Benedicto XVI )

Ya instalados y mientras esperaban la llegada del Papa, unos cantaron y otros rezaron, la vibra cambió a una más relajada. Todos estaba unidos por una misma causa: la fe y la esperanza. 

“Cuando salió a dar la misa, la gente explotó en emoción, en cantos y en gritos. La sensación fue de sentir la piel chinita por tenerlo cerca”, menciona.

Llegó el momento de la comunión y se llenó de paz. Experimentó un momento de espiritualidad que lo mantuvo concentrado en lo que estaba viviendo a pesar de la música.

El Pontífice luego dio la bendición y se retiró. Como Margarita, se movió hasta donde pudo para acercarse lo más que podía y lo vio de cerca, como nunca se imaginó que lo haría. 

“En mi mente, estoy seguro que cruzamos miradas y me sentí muy impactado, se notaba el desborde de fe que dejaba su paso y me alcanzó también a mí”, comenta.

Misal del 25 de marzo de 2012. (Foto: cortesía)

Toda la experiencia duró aproximadamente 5 horas, recuerdan los dos, pero el tiempo pareció pasar más rápido. Lo que inició con sentimientos de emoción y ansiedad se transformó en introspección y asimilación. 

La movilización que provocó la visita del Papa hace 10 años fue inmensa. Artistas como Pedro Fernández llegaron a Guanajuato para cantarle al tiempo que derraban lágrimas de emoción; David Henrie, el actor de Disney, caminó con los demás por veredas de tierra para llegar a la explanada; gente de todo tipo de perfiles y clases sociales se unieron en un momento histórico para Guanajuato. 

Así se vivió la visita del Papa en Guanajuato, fue la primera y única vez que Benedicto XVI vino a México. Meses después el Vaticano dio a conocer que él había enfermado y se encontraba delicado de salud. El 11 de febrero de 2013 anunció que renunciaba a su cargo por “falta de fuerzas”.

IO