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NL: historias de menores y mujeres atrapadas por el crimen

La Silla Rota presenta cuatro historias de delincuencia, arrepentimiento y esperanza al interior del “Juvenil” y el reclusorio femenil de Nuevo León

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MONTERREY.- Primero mataron, violaron, asaltaron; después viene el arrepentimiento, pero no alcanza para todos los internos del Centro de Internamiento de Adolescentes Infractores, en esta capital de Nuevo León, donde algunas historias de menores coinciden en que tienen sueños y propósitos una vez que cumplan su condena y obtengan su libertad.

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Francisco Daniel quiere estudiar gastronomía, ser un chef internacional. Imelda, por su parte, desea ser maestra de preescolar o una custodia.

Ambos cursan la preparatoria. Él, de 19 años y ella de 17, son internos del Centro. Reconocen que cometieron un delito grave y que ahora pagan las consecuencias, pero anhelan reinsertarse en la sociedad y ser personas de bien.

Francisco lleva dos años interno, le faltan tres para salir. Su delito: robo con violencia y violación. Imelda purga por homicidio y en 30 meses (dos años y medio) estaría en libertad para cumplir sus sueños.

Foto David Casas

En este Centro, conocido como “El Juvenil” y ubicado en el Parque Industrial Regiomontano, nada ha sido fácil para los dos ni para el resto de jóvenes infractores que están internados.

"Desde los doce años empecé en las drogas, en las pandillas, con las malas amistades, después con un grupo de la delincuencia y otra vez a las drogas, los robos", recuerda Francisco Daniel, quien dejó afuera una familia y un hijo pequeño, con quien espera reencontrarse una vez cumplida su condena.

Imelda es callada, muy parca al hablar, dice que está por homicidio, pero no abunda más, hace momentos de silencio al platicar, como si no le salieran las palabras. Dice que esperará paciente los dos años y medio que le faltan para salir.

"Estudio preparatoria y quiero seguir estudiando, ser maestra de preescolar de atención a los niños o, si no, custodia", platica Imelda con La Silla Rota mientras dirige la mirada a una mujer que la vigila y que pareciera sorprenderse por el sueño de Imelda.

Los dos jóvenes aceptaron hablar mientras se realizaba un evento de la Fundación Reinserta, el martes 6 de octubre, donde Saskia Niño de Rivera y Mercedes Castañeda presentaron el libro "Un sicario en cada hijo te dio".

Ahí también ofrecieron un taller con la artista Eva Vale y convivieron en el arte con las y los jóvenes internos que realizaron dibujos dentro de los programas de atención a la niñez que viven en la cárcel y que ha sido apoyada por la Fundación Reinserta.

El consultor en seguridad Eduardo Guerrero, encargado de asesorar al gobierno de Nuevo León en las acciones con Reinserta, también participa.

SER INTERNA EN EL FEMENIL

Tras la visita al “Juvenil”, donde cada recluso tiene una historia diferente pero que se asemeja con las otras cuando se habla de la libertad, el equipo de Niño de Rivera enfiló al reclusorio Femenil. Ahí las historias son parecidas. Mujeres que creen en la reinserción y que buscan la oportunidad de ejercer la maternidad de la mejor forma desde dentro del reclusorio.

Es el caso de Anita, una mujer de 46 años de edad que platica su historia y su difícil paso por el extinto penal de Topo Chico.

"Llevo encerrada 14 años, de los cuales doce en el penal de Topo Chico. Me dieron una sentencia de 25 años por homicidio", cuenta.

Foto Cuartoscuro

Anita trabajaba en una obra en Pemex, en Coatzacoalcos, Veracruz, de donde es originaria. Ahí conoció a un hombre de quien se hizo pareja y quien la invitó a Monterrey a trabajar.

Cuenta que todo era felicidad, pero los golpes, los desprecios y la irresponsabilidad de parte de su pareja la llevó a asesinarlo, delito por el que hoy cumple una condena.

Para entonces ya estaba embarazada (luego perdería a su hijo), me golpeaba, insultaba, era un infierno, no era vida. Un día lo maté

Anita calla, sus ojos se tornan vidriosos a punto de llorar. Hoy, espera que se reduzca su sentencia o que salga en libertad. Está en espera de resultados legales.

Otro caso es el de Sonia, quien tiene 50 años de edad. Ella está detenida desde 2008, primero en Topo Chico y ahora en el Femenil. Le dieron sentencia de 42 años. El delito: secuestro.

Pero cuenta que su caso se agravó al ser servidora pública, pues se desempeñaba como agente federal de investigaciones.

Sonia insiste aún en que es inocente, que no participó y que solamente hay declaraciones de dos acusados que la involucran. Como Anita, Sonia espera que un buen abogado le ayude a salir.

Desde el reclusorio femenil ella recuerda: "el 24 de agosto de 2008 estaba afuera de la PGR (ahora Fiscalía) cuando me detuvieron y me acusaron de secuestro, me arraigaron y me incomunicación y aquí estoy".

Anita y Sonia trabajan, realizan figuras artesanales y manualidades, dicen estar mejor que en el infierno de Topo Chico, pues hay instalaciones limpias, adecuadas, cocina y alimentos buenos. Nada que ver con el oscuro penal de la muerte, ahora desaparecido.

Las dos coinciden en que están solas aquí, sin familia. Sonia tiene dos hijos en la Ciudad de México, de donde es originaria, y la gente de Anita está en Veracruz.

Tras platicar un poco con La Silla Rota, ambas enfilan su camino custodiadas por una mujer y se desaparecen.

UN SICARIO EN CADA HIJO TE DIO

En el reclusorio juvenil, Saskia, Mercedes, Eva y Eduardo presentaron el libro, relatan los pormenores del libro “Un sicario en cada hijo te dio: Niñas, niños y adolescentes en la delincuencia organizada” (2020, Editorial Aguilar).

A los 7 años Damián fue vendido o regalado por su madre en el estado mexicano de Tamaulipas, un año después ya era parte de la delincuencia organizada en el cartel de Los Zetas y a los 14 años, cuando ya había participado en múltiples delitos como venta de drogas, secuestros y robos, fue detenido.

Sin escolaridad y sin aprendizajes, el chico cayó en una casa dedicada a la mendicidad de la que huyó para refugiarse en la indigencia y vivir en un basurero, ya sin recursos ni salida alguna, el niño fue integrado por delincuentes a una red de robo de infantes para tráfico de órganos, iniciando así una vida de delincuencia.

Damián, su nombre ficticio, forma parte de los miles de menores de edad que en los últimos años han sido captados y se han integrado a la filas de la delincuencia, una realidad que en México aplasta y que retrata el libro.

Escrito por la activista y psicóloga Saskia Niño de Rivera, cofundadora y presidenta de la asociación Reinserta, que busca romper los círculos de delincuencia, junto a tres expertas en psicología y criminología, el texto presenta seis testimonios que explican por qué los menores mexicanos se vuelven criminales.

“Existe un gran vacío y un gran olvido social alrededor de esta problemática; lo más fuerte son las edades tan tempranas en las que empiezan a delinquir”, explicó Niño de Rivera.

La también especialista en criminología dijo que la ausencia del Estado no ayuda a prevenir que escale el nivel de violencia al que están expuestos los menores “y como la sociedad los ha categorizado como una población totalmente olvidada”.

Según datos de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), entre 35,000 y 45,000 menores de edad actualmente están reclutados de manera forzada por el crimen organizado.

MENORES EN CONFLICTO CON LA LEY

Se les designa “adolescentes en conflicto con la ley” a quienes se les atribuya o compruebe la realización de una o varias conductas tipificadas como delito, y que tengan entre 12 años de edad cumplidos y menores de 18.

La doctora Elena Azaola Garrido, académica del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, señala que la realidad de los adolescentes en México es la suma de factores que se entrelazan y los ponen en riesgo para que, en múltiples casos, cometan delitos.

La mayoría de estos chicos y chicas tienen un común denominador: están expuestos a condiciones de vulnerabilidad y poseen alguna correlación con la violencia. Muchos de ellos vivían en pobreza o con dificultades económicas; trabajaban y/o habían abandonado la escuela; carecían de acceso a servicios de salud y recreación; tuvieron bajo desempeño académico, provienen de familias separadas y, entre otras situaciones, sufrían violencia física, psicológica o emocional.

LIBERACIÓN ANTICIPADA

El 22 de septiembre pasado, por unanimidad, el Senado aprobó la minuta con reformas a la Ley Nacional del Sistema Integral de Justicia Penal para Adolescentes, que permite a menores infractores sujetos a proceso, el beneficio de la liberación anticipada, a condición de que se abstengan de consumir bebidas alcohólicas.

En la minuta, que fue turnada al ejecutivo federal para su promulgación, se establece que se trata de una medida para lograr la reinserción social de adolescentes, ya que al evitar que se alcoholicen,se evita que vuelvan a delinquir o abandonen sus estudios.

De acuerdo con el dictamen, el juez de la causa podrá fijar un plazo que no podrá ser inferior de 3 meses ni superior a un año, para que los jóvenes no recurran a las bebidas alcohólicas.