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“El Mono” el muñeco de acero que lleva más de 40 años en la Merced

Al exterior de una recicladora, el Mono ha sido testigo de la historia de León

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Escrito en GUANAJUATO el

León, Gto.- En la avenida Merced, el Mono, un muñeco de acero ha sido testigo del cruce diario de los leoneses por más de 40 años. La figura, para muchos, es un agradable recuerdo de la infancia, platican los propietarios.

Muchas de las personas ya grandes que pasan por aquí, se detienen a verlo y comentan felices, ‘yo veía este mono cuando era niño’, platica César a La Silla Rota.

“El Mono”, así se refieren los dueños a la figura de metal, que por unos 40 años la han resguardado. César, uno de los miembros de la familia recuerda que la estatuilla fue creada en los talleres del Instituto Médico del Seguro Social (IMSS).

El Mono está de luto, hace 4 meses perdió a un miembro de la familia (Foto: Scarleth Pérez).

No sabemos bien cómo llegó. Al parecer los anteriores dueños de la recopiladora de material reciclado lo compraron, y luego, pasó a nuestras manos. Nosotros cumpliremos 41 años aquí, los mismos que hemos tenido a El Mono, con nosotros, recordó.

Desde que la familia Pío ha cuidado de El Mono, todos los días lo ponen en la banqueta, al exterior de la recicladora que lleva el mismo nombre en su muro. Ya son 40 años que la figurilla ha visto pasar generaciones, lluvias, accidentes y aventuras peculiares, en la avenida Merced, casi esquina con el bulevar Mariano Escobedo.

LA NOVIA DE “EL MONO”

Una de la aventuras que ha vivido El Mono, recuerda la familia, es la “novia” del soldado de acero. Una mujer, que al parecer padecía de sus facultades mentales.

La novia, así le decíamos nosotros (se ríe); le traía manzanas, lo abrazaba y lo veía con mucho amor. Se ponía a platicar, ahí se estaba un rato junto a el, admirándolo, se iba después de rato, platica César mientras se le escapan sonrisas.

EL AMIGO QUE LE LLEVABA CIGARROS

En otra historia, un joven, que pocas veces nos saludó, algo “tocado” por las drogas, le traía su cigarro y se ponía a platicar con el Mono de fierro, dice el joven Pío.

El muchacho le traía su cigarro, se lo ponía en la boca, mientras él se fumaba otro y se ponía a platicar con el mono. Cuando se le acababa el cigarro, le quitaba al Mono el que le había puesto y se iba. Siempre se despedía de la estatua, dice César.

EL DÍA QUE SE PERDIÓ EL MONO

Una de las angustias más grandes que ha provocado El Mono a su familia, fue cuando un día desapareció. Al momento de abrir, El Mono no estaba al interior del negocio, tampoco estaba afuera.

Llegamos a trabajar y no estaba. Siempre lo guardamos en la noche, y por las mañanas lo sacamos. Si lo dejamos afuera, se lo roban. Esa mañana llegamos y empezamos a acomodar todo y en eso, ¡falta el Mono! Salimos a buscarlo con los vecinos, con varios y nadie lo había visto. Ya nos venimos, perdimos la esperanza. A quien le tocaba guardarlo, sí dijo que se le olvidó meterlo la noche anterior, platicó César.

Pero la familia Pío recibió una buena noticia cuando llegó el atardecer y uno de los hermanos -quien también tiene un negocio aledaño a la casa del Mono-, llegó a regañarlos por olvidarse del Mono.

La llamada de atención concluyó con un: “yo tengo al Mono, anoche ví que lo dejaron y lo guardé”.

El Mono estaba guardado en el terreno de allá enfrente, cuatro coches lo centraban para evitar que lo sacarán por la noche, no pues ahí nos regresó la calma, dijo César.


El cariño que le tiene la familia Pío al Mono es único, todos saben que solo es una figura de metal. Pero es la figura por la que muchos identifican su negocio. Moverlo todos los días, lo hace parte del equipo de la recicladora familiar.

Ustedes, ¿han visto al Mono?.

SP