Sonora (La Silla Rota).- Las cuatro paredes que encierran su dormitorio, le hacen recordar todos los días el motivo que lo llevó a ser privado de su libertad.
El coraje, miedo y arrepentimiento son sentimientos que llegan y se van todos los días en sus momentos de reflexión apartado de su familia.
Los días de visita son una motivación para Daniel, ya que por unos minutos puede disfrutar de risas con su mamá y sus dos hermanos, vivencias que como adolescente dejó pasar por experimentar una vida de ‘pandillero’.
Originario de Nogales, Sonora el joven de 17 años enfrenta una condena de 7 años por el delito de homicidio en el correccional de menores ITAMA en Hermosillo Sonora.
Pensar en el futuro no es parte de los ratos de reflexión de Daniel dentro del Instituto de Tratamiento y de Aplicación de Medidas para Adolescentes.
Hace dos años, al accionar un arma de fuego, privó de la vida a un hombre que pertenecía al bando opuesto a su pandilla. Con toda intención de cometer el daño, al joven nunca le pasó por la mente que su delito no quería impune.
“Se me hizo fácil, no pensé que me fuera a agarra la policía, eran cuantas pendientes que tenía y por una mala jugada del destino me detuvieron y aquí estoy, aunque no me gusta mucho hablar de eso”.
Los detalles de su experiencia al haber asesinado a un hombre, siendo todavía un adolescente, prefirieron reservárselos pero, expresó que fueron razones personales.
Pensar en el futuro no es parte de los ratos de reflexión de Daniel dentro del Instituto de Tratamiento y de Aplicación de Medidas para Adolescentes ITAMA.
"Solo pienso en el presente cuando estoy solo y lo que he avanzado hasta ahorita, digo para que voy a seguir en eso y pido opinión con los muchachos que están conmigo, me dicen que yo sé lo que hago y que me ponga a trabajar derecho".
La influencia de malas amistades que consiguió en una pandilla de Nogales, hicieron que dejara la escuela en primero de secundaria y cometer actos fuera de la ley, está forma de ganar dinero fácil le costó al adolescente la libertad los últimos dos años de sus vida.
Su conducta agresiva y mal humorada provocó que su ingreso al Itama fuera doloroso y el trato con los psicólogos se complicara ante su negativa a cambiar sus ideales.
"Estar aquí y caer fue lo más difícil, no me gustaba que me dieran órdenes ni nada pero me fui adaptando, mi carácter era agresivo pero aquí los psicólogos me orientaron".
Originario de Tucson Arizona pero residente en Nogales, Daniel junto con su mamá y su hermano mayor de 28 años buscan que un juez le reduzca la condena a cinco años, pero deberán esperar al 2018 para conocer la resolución.
Cuando los "malos pensamientos" vuelven a su mente recurre a la ayuda de las trabajadoras sociales de este centro, pues teme que a su salida lo domine la tentación de volver a delinquir.
Cuando amanece con una actitud positiva, narró que le llega a su cabeza, la idea de tener una familia y dos hijos y que sus hermanos menores de uno y tres años no sigan su ejemplo, de grande dijo le gustaría ser oficial migratorios en la Frontera de Sonora.