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Normal de Ayotzinapa, su opción para un futuro mejor, lejos de la pobreza y el narco

"Te va a pasar lo mismo”, “es muy inseguro”, “allá viven los narcos”, “vas a estar lejos de tu familia", las frases que escucharon antes de partir de sus comunidades los estudiantes de la normal “Raúl Isidro Burgos”

Escrito en ESPECIALES LSR el

La pobreza y la falta de oportunidades en las comunidades de donde son originarios los obligaron a dejar sus hogares. De no haberlo hecho, el destino les tenía asegurado un futuro que no querían vivir: “trabajar para el crimen organizado” o en “el campo”.

Con la ayuda de sus padres y hermanos, Francisco, José y Ernesto salieron de sus casas con la ilusión de regresar para ayudar sus familias y, en algún momento, apoyar a niños y jóvenes que habitan en los poblados que los vieron crecer.

Antes de dejar sus comunidades de origen, reconocen que algunos de sus familiares y amigos, trataron de impedir su partida. Las advertencias fueron casi las mismas: “te va a pasar lo mismo”, “es muy inseguro”, “son grilleros”, “allá viven los narcos”, “vas a estar lejos de tu familia”.

Sin embargo, para Francisco, José y Ernesto la decisión estaba tomada. Hace poco más de un año empacaron sus cosas y salieron de sus hogares en la búsqueda de un proyecto y una mejor calidad de vida a través de la educación.

A poco más de un año de haber ingresado al único lugar que les dio la oportunidad de hacerlo, aseguran que su objetivo es terminar sus estudios a pesar de los obstáculos y estigmas que rodean a la única institución que les abrió las puertas: la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, “Raúl Isidro Burgos”.

“Tengo 19 años, vengo de la comunidad de Acatempa, municipio de Tixtla de Guerrero. Vine a esta universidad porque no tengo los recursos necesarios para seguir estudiando. Soy de una familia campesina. Mi padre no tuvo ese privilegio de seguir estudiando al igual que mi mamá. Eso es lo único que me impulsó. Mi hermano también estudió en esta normal. Para mí fue una gran inspiración. Sabiendo las circunstancias que nosotros estábamos viviendo o pasando en ese momento por la escasez de recursos. Mi hermano estudió en esta normal, fue en esta normal donde egresó”, comenta Ernesto.

Ernesto

“Me llamo Francisco, tengo 19 años y provengo del estado de Chiapas, de la Chintala. Yo llegué con la intención de salir adelante, porque allá de donde vengo casi no hay muchas oportunidades para estudiar. Yo tenía la intención de estudiar, ser profesor. Yo busqué las alternativas y vi que acá la normal de Ayotrzinapa te da beneficios, te da todo. Alberga a hijos de campesinos, personas que no tienen recursos económicos para seguir adelante, de terminar una carrera. Es una normal que ayuda a los hijos de campesinos, por eso me vine acá a la normal de Ayotzinapa”.

Francisco

“Mi nombre es José, tengo 19 años vengo del estado de Chiapas de un municipio que se llama Tecpatán. Lo que me llevó a venir aquí a la Normal Rural, a estudiar, fue que es una Normal Rural de hijos de campesinos. Yo vengo del estado de Chiapas, allá hay otra normal que tiene demasiada demanda y no logré pasar ese examen y por el simple hecho de no quedarme sin estudios, no dejar pasar un año, decidí venir a esta normal a pesar de todos los malos comentarios que tenía de la sociedad”.

Ernesto, Francisco y José forman parte de la plantilla de 405 alumnos del ciclo escolar 2018-2019 que se preparan para ser maestros de Educación Primaria y Primaria Indígena con Enfoque Intercultural Bilingüe. La mayoría de los estudiantes son originarios de Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Morelos.

Su horario inicia poco después de las 5 de la mañana.  Comienzan tendiendo su cama (colchones o colchonetas) para después desayunar y tomar clases de 8 de la mañana a cinco de la tarde. Durante ese tiempo su instrucción se puede interrumpir en caso de que se requiera hacer algo en “beneficio del plantel” o de algún compañero. Depende de lo que les digan la plantilla de 59 docentes o 77 administrativos, así como alumnos de mayor grado escolar.

Al salir de las aulas meriendan y cumplen con los trabajos que les piden. Son pocas las cosas que pueden contar de su vida escolar, porque es “parte de los códigos que se tienen dentro de la institución”. No hacerlo, puede implicar su salida.

 “Las clases que nos han impartido los profesores son buenas. He aprendido a cómo tratar con los niños, como interactuar con los niños. La facilidad de hablar con las personas, expresarme. Los horarios de las clases son de 8 a 5 de la tarde. Acá de igual manera es un sistema de internado para todas las personas que viven lejos. Se da un lugar para dormir acá. Mi persona va a casa en vacaciones de diciembre o abril, y así”, comenta Francisco.

 “En el tiempo libre hay muchos lugares donde puedes hacer deporte. En Tixtla puedes salir, a dar una vuelta por el parque. Sabemos que son lugares peligrosos, pero también son lugares bonitos para conocer”, explica José.

Los tres jóvenes de 19 años aseguran que la institución no les pide ninguna cuota o recursos por formar parte de la matrícula escolar. Lo único que les exige, es estar ahí cuando se requiera algo en beneficio de la comunidad.

El plantel cuenta con 11 hectáreas, donde además de albergar la escuela, hay campos para sembrar maíz, sorgo, rábano, cilandro, así como criaderos de ganando y de avicultura.

“En esta normal prácticamente no tienes que pagar nada. Te dan el estudio, techo, comida, vestimenta. Todo tiene esta normal gratis. Solo con el simple hecho de pertenecer a la Normal Rural y trabajar en los ejes de producción que tenemos, en los módulos. Con eso, simplemente la normal te da todo. Tú das un poco de tu trabajo y obtienes beneficios de la normal”, señala José.

 

“Acá no, acá es totalmente gratuito. Te dan varios beneficios, acá en la normal. Te da ropa, te viste, te da comida, te da un dormitorio. La normal, nada más te pide que no lo dejes sola, que siempre estés acá en la normal y que se siempre estés acá en la normal, y que veas por el movimiento de los 43, que sigas adelante, que no claudiques en ese movimiento. Que no olvides a nuestros 43 compas que desaparecieron y los tres que mataron, es lo que nomás te pide”, comenta Francisco.

El estigma social

Para los tres jóvenes el estudiar en la Normal Rural Raúl Isidro Burgos, no es sencillo. Por un lado, tuvieron que dejar a sus familias. Casi no los ven. La única oportunidad de regresar, se presenta cada seis meses, cuando terminan un semestre. El tiempo restante lo pasan en la normal.

El segundo obstáculo son los prejuicios que se han originado a partir de la desaparición de los 43 estudiantes en Iguala, Guerrero en septiembre de 2014.

 

“La normal no es vista de una buena forma, pero, por así decirlo, ser un normalista no es algo del otro mundo. Sabemos que pasamos por ciertas cosas, por momentos difíciles, pero entre nosotros nos apoyamos como hermanos, eso es lo que nos caracteriza como normalistas. No dejamos a una persona en cualquier momento, nosotros siempre estaremos ahí como normalistas”, menciona Ernesto.

“Al principio lo vieron mal –estudiar en Guerrero- pero la razón que yo les di es que me iba a quedar sin estudiar un año. Ellos veían mal esta escuela, porque, como bien sabemos la prensa amarillista no quiere a las normales. Todas esas televisoras repudian a las normales. Dicen que esos hechos fueron causados por la misma normal, la misma institución fue la que se los busco, lo cual no fue así. Ya cuando llegas a esta normal ves realmente lo que sucedió en ese año”, narra José

“Sí, mi familia no quería, principalmente por el miedo, el miedo que igual me desaparezcan como a los 43 chavos y así principalmente el miedo que tenía mi familia, por eso no me mandaban acá a la normal, posteriormente por el miedo, y posteriormente como está el estado de Guerrero de que sabemos que es uno de los estados más violentos, por eso. Entrando acá, mi impresión fue diferente, vi las cosas desde otra perspectiva, que no hay que tener miedo, vi que no hay que tener miedo. Acá es una hermandad que tenemos, nos cuidamos, como compañeros. Si pasa algo al compañero vamos todos”, relata Francisco.

Los 43

A casi cinco años de la desaparición de los 43 estudiantes en el Iguala, Guerrero, los alumnos tienen claro que no se ha hecho justicia a sus compañeros, e incluso, acusan a las autoridades de querer cerrar el caso.

Los tres jóvenes de 19 años, aseguran que no puede quedar impune la desaparición de sus compañeros, por lo que confían en que el nuevo gobierno dará resultados y descubrirá lo que en verdad sucedió el 26 y 27 de septiembre de 2014.

Están por cumplirse casi cinco años de aquel trágico suceso. Estamos viendo que el gobierno de Andrés Manuel López obrador sigue poniendo trabas, dice que ayudará a los padres de familia. A la sociedad le digo: que tanto tiempo tiene este presidente en el poder y no ha hecho nada. A la sociedad se le pide que no olvide el caso, que no olvide esos hechos ocurridos en iguala, que no olvide aquella noche donde 43 estudiantes fueron desaparecidos y tres asesinados. Saben que no puede quedar un caso así de esta magnitud, no pueden desaparecer a 43 personas sin saber nada de ellos, sin que haya involucrados y culpables. Las liberaciones representan que el gobierno quiera dar un carpetazo al caso de los 43, quiere decir, como decían muchas personas en aquel momento, que el gobierno de enrique peña nieto metió a muchas personas a la cárcel injustamente, solo para tapar ese hueco, para decirle a las personas que ya tenía a los verdaderos culpables, comenta José.

“Yo veo que la desaparición de los 43 compañeros normalistas de Ayotzinapa es muy dolorosa. Comparto el dolor de las familias porque mi hermano estuvo estudiando aquí en segundo grado cuando pasó ese suceso. Entonces a mí sí me dio coraje, rabia de saber que otras personas, no mi familia, pero otras personas están pasando por ese dolor. Y por otra parte esas personas que participaron en el hecho de Iguala esos presuntos culpables la verdad necesitaría una justicia clara, una aclaración abstracta de los sucesos de la noche de Iguala, porque por información tan falsa, algo tan absurdo que nos dicen que los mataron, pero si no hay una información bien hecha verídica, entonces es algo absurdo de que digamos que los mataron en ese momento”, considera Ernesto.

AJ